MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos a la Eucaristía de este Segundo Domingo de Adviento. Ayer sábado nos hemos encontrado aquí para conmemorar a la Virgen María en su Inmaculada Concepción. Ha sido para nosotros una gran alegría como lo es el gozo inicial en nuestra Eucaristía de hoy. Encenderemos, en unos instantes, la segunda vela de la Corona de Adviento. Van pasado los días de esta espera, llena de esperanza, que nos conduce al nacimiento del Hijo de Dios en Belén. Realmente, hoy es el domingo de Juan Bautista. El apareció, como un ciclón, ante la sociedad judía para anunciar la inmediata llegada del Salvador del pueblo. Pedía, de acuerdo con las profecías del Antiguo Testamento, que se allanaran los caminos y que la gente cambiara. Y eso mismo nos pide a nosotros, porque si el Adviento no nos sirve para cambiar habremos desaprovechado nuestro tiempo. Avancemos pues, con alegría, hacia nuestra salvación.
RITO DE INICIO PARA TODA LA CORONA DE ADVIENTO
1. Sacerdote: El Señor, que viene a salvarnos, esté con vosotros:
Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico hemos bendecido esta corona con que inauguramos el domingo pasadio también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado verdadera vida. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.
ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CORONA
Junto con lo que expresamos en nuestro recuadro primero conviene tener estas ideas vertidas por el sacerdote navarro, Javier Leoz, y gran colaborador de Betania, sobre la Corona. Dicen asI;
En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición. En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea (una semana un anciano, otra un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas correspondientes. Y entre tanto se interpreta algún canto o alguna de las siguientes antífonas:
a) Cantad con gozo, con ilusión: ya se acerca el Señor.
b) Vigilantes encendemos la corona del Adviento.
c) En los cirios ofrecemos cuatro etapas de un encuentro.
d) Pueblo santo, espera a tu Señor con la lámpara encendida.
En su defecto, también se pueden cantar las invocaciones del acto penitencial.
3. El sacerdote reza o canta las siguientes invocaciones:
- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado: Señor ten piedad
- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y la justicia: Cristo ten piedad
- Hijo de Dios, que volverás un día a dar cumplimiento a las promesas del Padre: Señor ten piedad
SEGUNDO DOMINGO. SEGUNDA VELA
Sacerdote: Segundo domingo: la urgencia de la conversión en nuestra vida
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!
(Se acerca una persona y enciende el segundo cirio)
Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (Otro canto apropiado)
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura procede del Libro de Baruc y nos da un mensaje de amor para la ciudad de Dios. Jerusalén debe abandonar su vestido de luto y abrirse a la gloria que el Señor envía. Vamos a escuchar un texto muy bello, profecía mesiánica plena de esperanza, de fiesta, de alegría.
S.- Este salmo, el 125, es un canto de los judíos que volvían del destierro de Babilonia, todavía sorprendidos por tanta alegría y con el deseo de reconstruir Jerusalén. Para algunos el salmo 125 es un resumen, en forma de canto, del Libro de Nehemías. Para nosotros es símbolo de alegría total. Y de esperanza.
2.- El texto de nuestra segunda lectura de hoy –sacada de la Carta de Pablo a los Filipenses--, guarda bastante semejanza con el fragmento la Epístola a los Tesalonicenses que escuchábamos el domingo pasado. El apóstol de los gentiles nos recomienda permanecer limpios e irreprochables ante la inminente venida del Señor Jesús.
3.- El Evangelio de Lucas nos va a dar noticia histórica del nacimiento de Juan, el Bautista. Y también del anuncio de la llegada del Mesías. El mismo Juan se hará llamar como la frase pronunciada muchos años antes por el profeta Isaías: la voz que clama en el desierto. Y el mensaje del antiguo profeta es el auténtico pan de acción del Bautista.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Escuchemos con especial atención la plegaria que don Javier Leoz nos ha escrito para este momento tan especial de nuestra eucaristía.
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Rescatando, de los caminos perdidos, a los que andan sin esperanza
Levantando, de los caminos torcidos, a los que cayeron abatidos
Alegrando, de los caminos melancólicos, a los que dejaron de sonreír
Recuperando, de los caminos confundidos, a los que creyeron tenerlo todo
¡Quiero ser como Juan, señor!
Un constructor de sendas para los que te busquen
Un arquitecto de autopistas para los que te deseen
Un elevador de puentes, para los que te quieran encontrar
Un ingeniero de pistas, para los que quieran vivir contigo
Exhortación de despedida
El Adviento avanza. La venida de Jesús está muy cercana. Nosotros debemos prepararnos para su venida siendo mejores y más generosos con nuestros hermanos. El sufrimiento y la dificultad está en calle. Sirvamos a los más necesitados.
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