El año litúrgico –religioso no coincide con el civil. Se anticipa un mes aproximadamente. Así sucede que el año religioso lo iniciamos en los primeros días de diciembre, mientras que el civil comienza el primero de enero. Nuestros Ayuntamientos ya han empezado a instalar los árboles de Navidad y otros adornos.
Comienza la etapa de Adviento. Palabra que significa venida y se refiere a la venida de Cristo. Si a este dato añadimos las palabras que pronunció Jesús en torno al fin del mundo y a la destrucción del templo de Jerusalén, que recoge el evangelio de hoy, merece la pena que dediquemos un espacio a la reflexión. Jesús sabe que es difícil creer en estas afirmaciones y nos invita a que observemos lo que ocurre con la primavera. La vida que parece muerta comienza a despertar. Brotan retoños verdes. Ha llegado la primavera.
Jesús nos describe con estilo apocalíptico estos acontecimientos: “En aquellos días el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán”. El anuncio es que este mundo se acaba, pero nadie sabe cómo. Nadie sabe el día, ni la hora. Es decir, se ignora el cuándo, adverbio que tanto interesaba a los seguidores de Jesús y actualmente a nosotros. Nos gustaría conocer detalles sobre “los últimos latidos del mundo”. Quisiéramos saber a dónde vamos. Pero nada se nos dice excepto que un día la historia apasionante del ser humano sobre la tierra llegará a su fin. “Esta es la convicción y la previsión de la ciencia moderna”.
Ciertamente estamos, según los expertos, ante el texto más difícil de la Biblia. Utiliza el lenguaje apocalíptico. Recurre a imágenes tremendistas. Sin embargo, no son días de ira ni de espanto. Estamos en buenas manos. Pues la fe no sirve precisamente para ver las cosas claras, sino para confiar en Dios.
No tenemos que ser pesimistas. El lema “otro mundo es posible” tiene sentido: “Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra han desparecido. Dios en persona estará con ellos será su Dios”. “ El enjugará las lágrimas de sus ojos”.
El lenguaje parece amenazante, pero en el fondo es un canto a la misericordia. La venida del Señor no es una amenaza, sino una esperanza.
Josetxu Canibe
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