07 octubre 2018

Iguales ante Dios

El tema central de los textos de este domingo es el significado de la pareja humana en la revelación bíblica.
La pareja humana

Una vez más los fariseos buscan colocar a Jesús en contradicción con las leyes religiosas de su tiempo. Han sido testigos de actitudes de Jesús que prueban el valor que él da a la mujer; por eso le preguntan con ánimo de tentarle: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»(Mc 10, 2). Ellos saben que sí, según sus normas; esta vez quizá Jesús quede entrampado. El Señor hace añicos esta pretensión, les explica con autoridad el porqué de la prescripción de Moisés (por «vuestra terquedad», v. 5), pero sobre todo va a lo esencial del asunto, remontándose al «principio de la creación» (v. 6).

La mujer no es una cosa, no forma parte del patrimonio del hombre, es una persona. Se trata de la unión de seres iguales que se definen ante todo por su orientación a Dios. Jesús fundamenta su posición refiriéndose a los dos relatos de la creación. El evangelio nos remite así al Génesis.

Seres para Dios

Los primeros capítulos del Génesis nos traen en efecto dos narraciones de la creación del hombre y la mujer. El primero corresponde a la tradición llamada sacerdotal y el segundo a la yahvista. La versión inicial subraya la igualdad fundamental del hombre y la mujer: «Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gén 1, 27) (citado en Mc 10, 6). Ambos por igual han sido creados a imagen de Dios y en relación con El.

El segundo relato del Génesis (el único que nos trae la primera lectura) nos habla de la mujer como ayuda del hombre y pone de relieve la complementariedad más que la igualdad«El Señor Dios se dijo: No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (2, 18).
El mensaje central de estos textos es que tanto el hombre como la mujer son seres para Dios e iguales ante él, ése es su rasgo básico. Ellos son también, al mismo tiempo, el uno para el otro. Hombre y mujer son imagen de Dios y esto pone su sello a la vinculación entre ellosLa igualdad es el fundamento de la complementariedad, la segunda no se entiende sin la primeraSe trata de una ayuda en base al amor y no hay amor sino entre iguales. Todos somos hermanos en Jesús(cf. Heb 2, 11). Los textos de este domingo son un recuerdo vigoroso de esta igualdad entre hombre y mujer sin la cual no hay una vida de pareja sana humana y cristiana. Son textos que rechazan la pretendida superioridad masculina, el «machismo»tan arraigado en nuestras categorías culturales, que llevan a un trato discriminatorio y muchas veces insultante para la mujer.
En el marco de estas lecturas —dadas las demás condiciones en que viven tantas familias hoy— digamos que estamos ante la exigencia de un nuevo reparto de responsabilidades entre los esposos en el respeto y la equidad. Hombre y mujer han sido hechos, por igual, a imagen del Dios de la vida; desde allí deben enriquecerse mutuamente.
Gustavo Gutiérrez

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