29 septiembre 2018

Los cristianos anónimos pueden ser también salvados por Dios

1.- En aquel tiempo dijo Juan a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: no se lo impidáis… el que no está contra nosotros está a nuestro favor. Esta conducta del apóstol Juan, cuando quería que Jesús prohibiera a los “que no eran de los nuestros” hacer milagros en nombre de Jesús, así como la actitud de Moisés, en respuesta a su ayudante Josué, en la primera lectura, permitiendo a Eldad y Medad que profetizaran aunque no estuvieran en la lista de los setenta ancianos que el mismo Moisés había dado, me ha hecho pensar a mí en los miles de personas que, sin haber conocido nunca a Jesús, pueden salvarse. Se trata, en expresión de Karl Rahner, de los cristianos anónimos.
Con esta expresión de cristianos anónimos Karl Rahner se refería a los millones de personas que habían nacido antes de Cristo y a los millones de personas que, habiendo nacido después de Cristo, no habían llegado a conocerle, por razones étnicas, culturales, religiosas, o por cualquier otra razón. Karl Rahner defendía que estas personas si obran de acuerdo con el evangelio de Jesús, aunque no lo conozcan, pueden ser salvados por Dios. La verdad es que el mismo Concilio Vaticano II lo dice claramente: Los que sin culpa propia ignoran el evangelio de Cristo y de su Iglesia y, sin embargo, buscan a Dios con sincero corazón y se esfuerzan, bajo la influencia de la gracia en cumplir en sus obras la voluntad de Dios que conocen mediante la voz de su conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna. (Lumen Gentium, 16 y Gaudium et Spes, 22). Creo que es bueno saber todo esto para poder responder a los cristianos que siguen insistiendo que “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación posible”. Todas las personas somos hijos de Dios y no es posible entender que una persona de buena voluntad que se esfuerza en pasar por la vida haciendo el bien y cumple en la práctica el mandamiento de Jesús de “amar a Dios y al prójimo como Cristo nos amó” pueda ser condenada por un Dios justo y misericordioso. Esforcémonos nosotros, los cristianos que hemos tenido la suerte de nacer en una familia y en una cultura cristiana, de ser fieles a nuestra conciencia cristiana, de pasar por la vida haciendo el bien y de cumplir de palabra y de obra el mandamiento de Cristo de amar a Dios y al prójimo como el mismo Cristo nos amó.
2.- Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados… El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros… Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. Las palabras tan duras del apóstol Santiago contra los ricos corruptos, que han conseguido su riqueza a base de explotar a sus empleados y jornaleros están muy de acuerdo con la maldición de Jesús a los ricos, (Lc 6, 24). Un cristiano que no condene explícitamente a los ricos corruptos y explotadores no puede llamarse discípulo de Jesús. Y las palabras de Jesús, del apóstol Santiago y de muchos otros profetas bíblicos, debemos aplicárnoslas también cada uno de nosotros, aunque no seamos económicamente millonarios. Cualquiera de nosotros que abuse de su superioridad civil, política, o personal, en el trato con los que son, civil, políticamente, o personalmente, o de cualquier manera que sea, inferiores a él, es corrupto y está explícitamente condenado por las palabras bíblicas contra los ricos corruptos. Todo discípulo de Cristo debe luchar con todas sus fuerzas contra esta desigualdad social y económica en la que, actualmente, vivimos en esta sociedad nuestra del siglo XXI. Y no miremos exclusivamente a nuestra sociedad en general; mirémonos cada uno de nosotros a nosotros mismos en nuestras relaciones con los demás.
Gabriel González del Estal

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