30 septiembre 2018

El catequista “es” catequista

El catequista «es» catequista
Ser catequista significa dar testimonio de la fe; ser coherente en la propia vida. Y esto no es fácil. ¡No es fácil! Ayudamos, guiamos al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio. Me gusta recordar lo que San Francisco de Asís decía a sus frailes: «Predicad siempre el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras». Las palabras vienen… pero antes el testimonio: que la gente vea en vuestra vida el Evangelio, que pueda «leer en vosotros» el Evangelio. Y «ser» catequistas requiere amor, amor cada vez más intenso a Cristo, amor a su pueblo santo. Y este amor no se compra en las tiendas, no se compra tampoco aquí en Roma. ¡Este amor viene de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo! Y si viene de Cristo, sale de Cristo y nosotros tenemos que caminar desde Cristo, desde este amor que Él nos da.
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El catequista es un discípulo del Señor
El catequista no es un profesor que enseña una materia más, es un apóstol de la Nueva Evangelización que tiene que ser consciente de que su labor no tiene que ver con la mera transmisión de una información teórica sino con el ejemplo y demostración de una experiencia vital de fe.

El ejemplo perfecto para entender cómo debe de ser un catequista lo encontramos en los antiguos maestros del oriente, quienes enseñaban a vivir de acuerdo al plan divino; de esta manera facilitaban la búsqueda de la propia vocación y el encuentro de sentido de la vida.
En la antigua sociedad hebrea el maestro llegaba a ser más importante que los padres porque los hebreos buscaban saber vivir y los maestros mostraban y demostraban ese «saber vivir» con su propio estilo de vida, que era lo que realmente enseñaban. La reputación y autoridad de un maestro se la proporcionaba su propia coherencia de vida e invitaba a sus alumnos a seguirla e imitarla.
Jesús «Maestro» también es un maestro de Israel que enseña a sus discípulos a vivir; sin embargo, Jesús es único, es el Hijo de Dios, y tiene un estilo de vida con unas características únicas que sus discípulos deben tener siempre presente:
Antiguos maestros
Jesús «Maestro»
Los discípulos tenían el derecho de seleccionar al maestro que más les convenciera y conviniera.Jesús escogía personalmente a cada uno de sus seguidores.
El discipulado era tomado solo temporalmente.Los discípulos de Jesús lo siguen toda la vida.
Los discípulos entraban al servicio del maestro casi de la misma forma que un esclavo servía a su amo.Jesús los llama amigos.
Los niños y mujeres no eran considerados aptos para el discipulado.Jesús pide que los niños se acerquen a él y un grupo de mujeres lo siguen para aprender a vivir su vida.
Los seguidores de un ilustre maestro gozaban de fama y autoridad ante el pueblo.Los seguidores de Jesús se encuentran con problemas, persecuciones y calumnias.
Así pues, un catequista debe poseer un formación sólida y estar formándose permanentemente para perseverar en el camino de santidad; pero sobre todo debe tener siempre presente la esencia de lo que realmente es: un discípulo del Señor.
Texto adaptado del artículo original de Mayú Dollero para Catholic.net

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