Inicial.
El Señor nos reúne de nuevo en el domingo, para celebrar juntos la Eucaristía y se hace presente en medio de nosotros, porque celebrar la Eucaristía es hacer presentes hoy, las palabras y los gestos que nos dejó Jesús poco antes de morir, en la última cena, en la que se nos dio como alimentos.
Jesús fue sensible a los problemas físicos y espirituales de las personas de su tiempo y nos dejó una norma de vida. Hoy sigue abriendo ojos y oídos, fortaleciendo a débiles y marcándonos un camino de vida.
Para verlo hay que tener ojos de fe profundos y una confianza plena en su mensaje, es lo que vamos a pedirle en esta celebración.
Primera Lectura.
El profeta habla al pueblo en el exilio de Babilonia y lo hace avivando su esperanza y animándoles a seguir adelante, porque Dios está con ellos y los acompaña en su caminar.
Segunda Lectura.
En la carta de Santiago, escuchamos hoy unas palabras muy claras, que nos deberían hacer reflexionar a todos, sobre nuestra conducta como cristianos, dentro y fuera del templo.
Evangelio.
Escuchamos en el Evangelio, cómo Jesús hace realidad las promesas y esperanzas que el pueblo de Israel esperaba desde antiguo de Dios, porque Dios quiere que todo el mundo tenga vida y felicidad.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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