Inicial.
El Señor nos reúne de nuevo en el domingo, para celebrar juntos la Eucaristía y se hace presente en medio de nosotros.
Seguir a Jesús no resulta fácil. Tuvieron dificultades los apóstoles y los primeros discípulos y las seguimos teniendo hoy nosotros, que intentamos seguirle con fidelidad. Jesús nos los dirá muy claro; si queremos ser sus discípulos, hemos de aceptar la voluntad de Dios, cargar cada uno con la cruz de cada día e ir detrás de él.
Y eso supone a veces renunciar a criterios más atrayentes y caminos más fáciles y organizar nuestra vida siguiendo el ejemplo de Jesús, aunque suponga sacrificio, de forma especial en la entrega por los demás.
Primera Lectura.
El profeta anuncia un camino duro a los que siguen a Dios, pero el Señor estará cerca del que así sufra. En Jesús se hizo realidad este camino, que pasa por la cruz.
Segunda Lectura.
En la carta de Santiago escuchamos hoy una advertencia muy importante: no sirve de nada decir que tenemos fe, si esa fe no se nota en nuestra forma de vivir.
Evangelio.
Ni Pedro, ni los demás apóstoles podían o querían entender que el mesianismo de Jesús pasa por el sufrimiento y la muerte. A Pedro no le gusta hablar de sacrificio y de muerte y Jesús le dirá palabras muy duras. También nosotros, si queremos seguirle, hemos de abrazar la cruz de cada día.
Puesto de pie, cantamos aleluya.
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