Hoy es 24 de agosto, viernes de la XX semana de Tiempo Ordinario.
Ante ti Señor, me presento un día más. Dispuesto a escuchar tu voz, que es palabra viva para mi vida. Abierto el corazón para llenarlo de tu espíritu. Agradecido porque eres un Dios accesible, al que puedo ir conociendo poco a poco. Me dispongo a que mi oración sea acción de gracias. Por poder estar aquí en tu presencia y porque tú estás a mi lado día a día.
La lectura de hoy es del evangelio del salmo 145 (Sal 144, 10-11.12-13ab.17-18):
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Cuando ocurre algo importante en mi vida o algo me alegra profundamente. Me invade el deseo de compartirlo con otro. De contarles lo que me pasa. Seguro que en mi relación con Dios, ha habido muchos de estos momentos en los que me he sentido agradecido por la vida recibida, por su cercanía o por su perdón. Puedo dedicar un tiempo a recordar las cosas importantes que ha hecho Dios por mí y que me gustaría proclamar a los cuatro vientos.
Ser seguidor de Jesús, no sólo implica intentar ser como él, y transformar mi vida. Jesús confía en mí para ser comunicador de buena noticia. Quizá, sin darme yo cuenta ya lo estoy siendo. Puedo reconocer en mi vida aquellos momentos en que de palabra o por mi manera de actuar estoy transmitiendo al Dios en el que creo y mostrándoselo a otros.
Cerca está el Señor de los que lo invocan sinceramente. Dios sale al encuentro de los que lo buscan. ¿Cómo sigo buscando yo a Dios en mi día a día? ¿Qué gestos o personas me hablan a mí de ese Dios cercano?
Lee de nuevo el salmo y déjate invadir por ese deseo de Dios que tiene el autor.el que ha experimentado a Dios en su vida, necesita hablar de lo mucho que ha recibido de él. Intenta ponerte en su lugar y déjate contagiar por su alegria interior.
Al terminar este tiempo de oración, intento buscar mis propias palabras para dar gracias a Dios por lo mucho recibido de él, o para decirle lo que significa para mí. Le hablo con confianza, usando aquellas palabras que broten de mi corazón, sean de petición o de acción de gracias. Dejo que sean mis sentimientos hacia Dios los que hablen en este momento.
Dios te salve María,llena eres de gracia,el Señor es contigo.Bendita tú eres,entre todas las mujeresy bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María,Madre de Dios,ruega por nosotros pecadoresahora y en la hora de nuestra muerte.Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario