Hoy, en el Evangelio, se nos ofrece una de las confesiones más bonitas que se pueden escuchar: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Bonitas, muy bonitas e impresionantes estas palabras de Pedro.
En nuestros días, estamos cansados y cansadas de tanta palabra, de tanta promesa que no se va a realizar nunca. Palabra e imagen nos rodean y bombardean a cada instante. Cuestión de escuchar la radio o de dar la tecla del televisor. Pero, incluso, en nuestras relaciones: palabras y más palabras, aunque la verdad es que no tengamos mucho que decir. Es lo que alguien ha llamado “el horror del silencio”. Y si en algún caso se produce el silencio, nos apresuramos a llenarlo rápidamente de más palabras vacías, inútiles y superficiales.
Esta “inflación” de la palabra ha penetrado también en nuestras comunidades cristianas. Lo que no está claro es que la gente perciba nuestras palabras como “llenas de espíritu y vida” (evangelio de hoy).
La palabra de Jesús es diferente: llena de vida, verdad y transparencia; palabra que brota de su amor al Padre y a las personas. ¡Cómo necesitamos las personas de hoy de esa palabra de Jesús capaz de dar vigor y fuerza a nuestra vida! ¡Cómo necesitamos los creyentes que nos hablen, como Jesús, con palabras sencillas, llenas de verdad y de vida!
En nuestros días, estamos cansados y cansadas de tanta palabra, de tanta promesa que no se va a realizar nunca. Palabra e imagen nos rodean y bombardean a cada instante. Cuestión de escuchar la radio o de dar la tecla del televisor. Pero, incluso, en nuestras relaciones: palabras y más palabras, aunque la verdad es que no tengamos mucho que decir. Es lo que alguien ha llamado “el horror del silencio”. Y si en algún caso se produce el silencio, nos apresuramos a llenarlo rápidamente de más palabras vacías, inútiles y superficiales.
Esta “inflación” de la palabra ha penetrado también en nuestras comunidades cristianas. Lo que no está claro es que la gente perciba nuestras palabras como “llenas de espíritu y vida” (evangelio de hoy).
La palabra de Jesús es diferente: llena de vida, verdad y transparencia; palabra que brota de su amor al Padre y a las personas. ¡Cómo necesitamos las personas de hoy de esa palabra de Jesús capaz de dar vigor y fuerza a nuestra vida! ¡Cómo necesitamos los creyentes que nos hablen, como Jesús, con palabras sencillas, llenas de verdad y de vida!
¡Basta ya de palabrería!
¡Hagamos el SILENCIO, para ESCUCHARLE a Él
y dejarnos TRANSFORMAR por Él!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario