03 mayo 2018

Los ojos de María

¡Ojos que no ven, corazón que no siente!, dice el viejo refrán.
En María, esto no se cumplió. Vivió siempre con los ojos puestos en los planes que Dios tenía preparado para Ella.
En Nazaret, con sus pupilas dilatadas, dijo que “sí”. Que, estaba dispuesta, como un cheque en blanco para que Dios firmase cuando quisiera y como quisiera.
En el crecimiento de Jesús, abrió bien los ojos para que, Jesús, anduviese por los caminos que conducían a Dios.
En el final de la vida de Jesús, aún con lágrimas, nunca el sollozo se antepuso a la altura con la que, María, encaró y vivió la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo.
Y es que, María, abrió los ojos para Dios y, además, le brindó todo su corazón. ¿Se puede esperar más por parte de Dios? ¿Pudo dar más una humilde nazarena que a sí misma?
Para la reflexión: 

¿Detrás de que corren nuestras miradas?
¿Vemos la profundidad de las cosas y de los acontecimientos o nos quedamos en la superficialidad?
¿Somos solidarios cuando contemplamos causas injustas que hacen sufrir?
Presentamos, ante María, unas gafas. Que Dios nos ayude a no perderle de vista.
ORACIÓN
TUS OJOS, MARIA
Son grandes, porque quedaron embelesadospor el anuncio del AngelEstán limpios, por las lágrimas de emoción en el Nacimiento de CristoSon risueños, por la juventud y la hermosura de Aquella que los llevaSon inquietos, porque nunca se cansan de mirar al HijoEstán sanos, porque siempre miraron en la dirección adecuadaNo tienen tensión, porque saben cerrarse ante Aquel que es descansoNo tienen brizna alguna, porque Dios los cuida con amor de PadreNo están ciegos porque, al pie de la cruz,los mantuviste despiertosNo son insensibles, porque desde la cruz,Jesús los llamó a ver a los hombres como a sus hijosNo parpadean porque, ante la situación del mundo,saben que han de estar bien abiertosNo huyen, porque ante el mal tiempo,han de ayudar a los demás a descubrir el horizonte
Rezamos un Ave María

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