MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos y hermanas:
Sed todos bienvenidos a este Eucaristía del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario Este periodo litúrgico –dividido en dos— y que va, en su primera parte, desde el recién pasado Tiempo de Navidad a Cuaresma, que se inicia el 14 de febrero con el Miércoles de Ceniza. Y, luego, desde Pentecostés a Adviento. Digamos que este tiempo no tiene nada de “ordinario”. Lo primero que encontramos es que narra la vida cotidiana de Jesús, que sale a nuestro encuentro y nos llama. Siempre está Dios tomando la iniciativa, y siempre el hombre respondiendo entre dudas y vacilaciones. Es tiempo de cotidianidad y una ocasión única para glorificar a Dios y servir a los hermanos. Y para eso la Iglesia Universal ha establecido la Jornada Mundial de las Migraciones, que celebramos hoy. Tema candente y de total actualidad,
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La Iglesia hoy, como siempre, necesita profetas que sientan la fuerza de Dios para comunicar la Palabra a los hombres. Pero llevar la Palabra de Dios exige haberlo escuchado largos ratos con el corazón abierto, receptivo y disponible. Y eso es lo que hizo Dios Padre con el joven Samuel. Le llamó, suavemente, tanto, que no era fácil saber que aquella voz era la del Señor. Es lo que nos cuenta la primera lectura, del Libro Primero de Samuel. Aprendamos a reconocer las llamadas de Dios.
S.- El salmo 39 es una acción de gracias desde el infortunio. A pesar de que el salmista refleja una difícil situación personal y colectiva no deja de agradecer a Dios todos los esfuerzos dirigidos a la salvación física y espiritual. Y es además el sacrificio del corazón, el mejor. Mucho más adecuado que los otros sacrificios rituales o de culto.
2.- Tenemos que ofrecer nuestro cuerpo, nos dice Pablo en la segunda lectura –primera carta a los Corintos--, pues por medio de él podremos llevar nuestros servicios al necesitado, al enfermo, al anciano, al solo. Y, además, respetarnos a nosotros mismos en cuerpo y en alma.
3.- Vamos a quedar sorprendidos al ver hoy a Cristo, Paseando por la calle como uno más. Y como nos cuenta Juan en su evangelio preguntaremos al Señor que donde vive y pasaremos toda la tarde con Él. Y es que viene hoy –y siempre-- a nuestro encuentro, nos invita y nos dice: si queréis ver dónde vivo, venid y lo veréis.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Como todos los domingos el padre Leoz nos ofrece una bella plegaria para estos momentos finales de nuestra Eucaristía
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Dejando todo aquello
que obstaculice el que yo te encuentre
Alejándome de los ruidos
que me impiden escuchar tu voz
Ayúdame a estar siempre inquieto:
en permanente búsqueda
Enséñame a estar contigo:
y conocerte para nunca olvidarte
Envíame para servir amando:
y, contigo, siempre salvando.
Exhortación de despedida
Andrés y Juan encontraron a Jesús en la calle. Y le siguieron hasta su casa. Ahora, cuando salgamos del templo, podemos encontrarnos a Jesús, que, además de en la Eucaristía, está en cada hermano que sufre o tiene necesidad de amparo y apoyo. ¡Salgamos, pues, felices en busca del Señor!
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