15 diciembre 2017

En medio de vosotros hay uno que no conocéis

Hubo un hombre enviado por Dios, de nombre Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntar a Juan: «Tú, ¿quién eres?». Su testimonio fue claro y rotundo: «Yo no soy el mesías». Y le preguntaron: «Entonces, ¿qué?; ¿eres Elías?». Y dijo: «No lo soy». «¿Eres el profeta?». Respondió: «No». Ellos insistieron: «Pues, ¿quién eres, para llevar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el profeta Isaías). Entre los enviados había fariseos. Éstos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el mesías, ni Elías, ni el profeta?». Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno que no conocéis; viene después de mí, pero yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias». Estas cosas pasaron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Juan 1, 6-8.19-28
Comentario del Evangelio
Juan el Bautista no era la Luz, sino testigo de la Luz. Juan supo siempre que él era el que anunciaba la venida de Jesús, pero no se le subió a la cabeza. No se creyó más importante que los demás, lo hizo todo por servir a los demás y por servir a Dios.
Nosotros somos testigos de Dios, de la misma forma que lo era Juan el Bautista. De nosotros depende ser testigos auténticos y tener a Dios muy presente en nuestras vidas. No debemos olvidar nunca que nosotros no somos importantes, que no debemos creernos mejores que nadie, que somos servidores de Jesús…
Para hacer vida el Evangelio
• ¿Conoces a alguna persona que sea testigo de Jesús? Escribe su nombre
• ¿Qué supone ser testigo de Jesús?
• ¿Cómo debemos vivir para ser testigos de Jesús?
• Escribe un compromiso que te ayude a ser un verdadero testigo de Jesús.
Oración
Muchos no encuentran tiempo
para encontrarse contigo, Señor,
porque se imaginan que lo tuyo son los templos,
los silencios, los desiertos,

y como su vida transcurre entre agobios, prisas y rutinas,
no te encuentran, no sacan un rato
para salirse del bullicio
y viven con nostalgia de Ti.
Señor, que estás ahí dentro,
que no tengo que hacer nada
para charlar contigo, que Tú eres más yo que yo mismo.
Recuérdaselo a los que no se lo creen,
para que te disfruten aquí y ahora,

en este momento,
sin esperar a ir a ningún sitio especial.
Vivir un día sin Ti, es dejarnos morir,

es perder energía, es sentir poca energía,
no nos podemos privar de disfrutarte.
Necesitamos necesitarte, queremos quererte, tenemos que tenerte.

Búscanos por todos los rincones, Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario