Oración
Poema de San Juan de la Cruz (La fuente, selección)
¡Qué bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche!
Aquella eterna fuente está escondida, ¡qué bien sé yo donde tiene su manida, aunque es de noche!
En esta noche oscura de esta vida, ¡qué bien sé yo por fe la fuente fría, aunque es de noche!
Su origen no lo sé, pues no lo tiene, mas sé que todo origen de ella viene, aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella
y que cielos y tierra beben de ella, aunque es de noche.
Su claridad nunca es escurecida,
y sé que toda luz de ella es venida, aunque es de noche.
Sé que son tan caudalosas sus corrientes, que infiernos, cielos riegan, y las gentes, aunque es de noche.
La corriente que nace de esta fuente bien sé que es tan capaz y omnipotente, aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras, porque es de noche.
En esta noche oscura de esta vida, ¡qué bien sé yo por fe la fuente fría, aunque es de noche!
Su origen no lo sé, pues no lo tiene, mas sé que todo origen de ella viene, aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella
y que cielos y tierra beben de ella, aunque es de noche.
Su claridad nunca es escurecida,
y sé que toda luz de ella es venida, aunque es de noche.
Sé que son tan caudalosas sus corrientes, que infiernos, cielos riegan, y las gentes, aunque es de noche.
La corriente que nace de esta fuente bien sé que es tan capaz y omnipotente, aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras, porque es de noche.
Mt 25, 1-13
«1Entonces será semejante el Reino de los cielos a diez doncellas que, tomando sus propias lámparas, salieron al encuentro del novio. 2Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. 3Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no tomaron con ellas aceite. 4Pero las sensatas tomaron aceite en las alcuzas con sus propias lámparas. 5Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
6Y a media noche, se oyó una voz: “¡Que llega el novio, salid a recibirlo!”. 7Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus propias lámparas. 8Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan”. 9Pero las sensatas respondieron diciendo: “Por si no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor id a las tiendas y lo compráis vosotras mismas”.
10Mientras ellas iban a comprarlo llegó el novio y las [que estaban] preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11Más tarde llegan también las restantes doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. 12Pero él, respondiendo, dijo: “En verdad os digo: no os conozco”.
13Así pues, velad, porque no conocéis el día ni la hora». ¡PALABRA DEL SEÑOR!
CONTEXTO
Nos situamos en el corazón del Discurso Escatológico (Mt 24-25), pórtico de entrada al relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús (Mt 26-28). Un trío de parábolas sobre la vigilancia (el ladrón [24,42- 44], el mayordomo [24,45-51], las doncellas [25,1-13]), prepara la parábola final de los talentos (25,14-30) y la gran visión del Juicio Final (25,31-46), con la que termina el discurso. Después, con el capítulo 26 comienza a relatarse la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Las tres parábolas sitúan a los oyentes/lectores del evangelio ante una disyuntiva, mediante la estrategia narrativa que muestra dos comportamientos: uno, el acertado; otro, el equivocado.
Desde la panorámica del Juicio Final, el aceite de las doncellas son las obras de misericordia y solidaridad. El texto nos pide reflexión sobre el comportamiento que se deriva de nuestra fe: la carta de Santiago nos advertirá que una fe sin obras es una fe muerta.
TEXTO