Amigo educador, escucha y ora con lo que el Señor te dice…
No te acostumbres a mirar el reloj o a pasar las hojas del calendario
deseando que se acabe la hora o que lleguen las vacaciones…
Los segundos, minutos y horas que pasas con tus jóvenes
son la tierra buena que dará su fruto.
No te acostumbres a las listas, a las estadísticas, a los grupos,
desechando, por comodidad, la riqueza personal
de cada uno de tus muchachos…
Graba sus nombres y sus vidas en tu corazón:
El tatuaje resultante será tu contraseña para
No te acostumbres a subirte a la tarima de la superioridad,
“de mis dos carreras y cinco másteres.”
Hazte pequeño para que ellos puedan crecer,
ahoga tu protagonismo para que ellos puedan salir a flote.
No te acostumbres a conjugar el verbo educar
en primera persona del singular: “yo, después
yo y, finalmente, yo.”
Deja que “tú, él, nosotros, vosotros y ellos”
pasen a formar parte de la gramática de tu corazón.
No te acostumbres a hacer de tus palabras
la auténtica y única sabiduría, la verdad absoluta.
Deja que mi Palabra dirija tus palabras,
haz de tu profesión/vocación Buena Noticia
para tus jóvenes.
Y no te acostumbres a acabar esta plegaria
como si se tratar de un trámite más
que hay que cumplimentar (“cumplo y miento”).
Deja que yo reinvente tu vida de educador
y la costumbre y la rutina darán paso a la creatividad y al Amor.
M. de Palazuelo
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