Oda a la Asunción
Al cielo vais, señora,
y allá os reciben con alegre canto.
¡Oh, quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir contigo al monte santo!
De ángeles sois llevada
de quien servida sois desde la cuna,
¡Tal Reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna!
Volved los blancos ojos,
ave preciosa, sola humilde y nueva,
a este valle de abrojos,
que tales flores lleva,
donde suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista,
miráis las tristes almas desde el suelo,
con propiedad no vista,
las subiréis de un vuelo,
como piedra de imán al cielo, al cielo.
Oración del papa Juan Pablo II
Madre en el cielo, tú eres esplendor que no
ensombrece la luz de Cristo, porque vives en él y para él.
Tú eres la inmaculada,
eres transparencia y plenitud de la gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, para buscar
amparo bajo tu materna protección e implorar
confiados tu intercesión ante los desafíos ocultos del futuro.
Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los más débiles: A los niños que aún no han visto la luz
y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento;
a los adolescentes rebeldes;
a los jóvenes en busca de sentido,
a las personas adultas que no tienen empleo
y a las que padecen hambre, olvido, violencia y enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas,
a los ancianos, venerables y patriarcas que carecen de asistencia
y a cuantos están solos y sin esperanza.
Abre nuestros corazones a la justicia y al amor,
y guíanos hacia una comprensión
recíproca y hacia un firme deseo de paz. Amén.
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