29 agosto 2017

Domingo 3 septiembre: Notas para fijarnos en el Evangelio


Resultado de imagen de Mateo 16, 21-27

● Jesús se dirige a Jerusalén, la ciudad del templo, donde los judíos peregrinan varias veces al año. Es en Jerusalén donde concluirá de una manera trágica su vida.
● Jesús anuncia su pasión y resurrección, su final en este mundo.
● Jesús predice su muerte provocada por los sumos sacerdotes, los letrados, el sanedrín, las  autoridades romanas, el pueblo. Se cumplirá aquello que nos dice la Palabra “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.
● Los evangelistas nos presentan a Jesús plenamente consciente de lo que van a hacer con su Persona, de ahí que en lógico lo que la Palabra pone en boca de Jesús “mi vida no me la quitan soy Yo
quien la entrego”.
● Jesús además de hablar de anunciar lo mucho que le harán sufrir también habla de victoria “y resucitar al tercer día”. 
● Pero ahí no llegan, se quedan en la primera parte, en el fracaso, no escuchan ni toman conciencia que el final será una gran victoria. 

● ¿No nos falta también a nosotros ser más conscientes de que el bien ganará, de que Cristo ha vencido a la muerte y al pecado? 
● ¿No nos falta a nosotros tomar más conciencia de ello para tener más esperanza? 
● Pedro, el portavoz del grupo, no comprende ni acepta las palabras del Jesús. Pero, como todos los Apóstoles, estaba convencidos de la venida de un Mesías glorioso y triunfante que liberaría a Israel de toda opresión. 
● Ellos habían puesto en Jesús su confianza. El anuncio de Jesús no cuadra con sus expectativas. Por eso Pedro con contundencia le dice: “¡No lo permita Dios… Eso no puede pasarte!”. 
● Nos extraña también a nosotros el sufrimiento, la cruz en nuestra vida, en la vida de la Iglesia, en la vida de los seguidores de Jesús, nos cuesta asumirla en nuestra vida como paso para que haya vida “Si el grano de ¿trigo no cae en tierra y muere no puede dar fruto”. 
● Esta realidad de la cruz es dura y nos resulta muy difícil asumirla. 
● No sé si en alguna otra ocasión Jesús responde con tanta dureza como en este caso lo hace con Pedro, el jefe del grupo de los doce Discípulos: “Apártate di mi Satanás… no piensas como Dios sino como los hombres”. 
● Aquel a quien Jesús le había dicho que era el fundamento de su Iglesia ahora le dice que es Satanás. ● ¿No nos debe decir también a nosotros lo mismo que a Pedro en más de una ocasión? 
● Jesús a Pedro le recuerda que lo propio del discípulo es seguirle, que los discípulos siguen al maestro por el mismo camino, con el mismo estilo de vida. 
● Hay en la última parte, en boca de Jesús, una contraposición de palabras: Salvar y perder, perder para ganar. En algunos sitios existe un juego de cartas que se llama el “gana-pierde”. 
● Según Jesús para salvar la vida hay que perderla, o sea hay que darla, hay que entregarla a Dios y a la humanidad; es lo que hacen a diario los buenos los padres por sus hijos. 
● Como conclusión queda en el aire ese interrogante: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? 
● En la vida de muchos Santos este pensamiento fue el revulsivo para que sus vidas tomaran un rumbo definitivo. 
● ¿De qué nos sirve ganar en mundo entero si perdemos la amistad con Dios?

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