22 julio 2017

La mirada del profeta

Sociedad de ojos depredadores:
Se ha generado una sociedad de “ojos depredadores” que escrutan buscando calmar ansias permanentes. Enfermedad inoculada por “las sociedades depredadoras” del consumo, que nos convierten en gatos nocturnos husmeando insaciablemente bolsas de basura contaminada. “Ubi cor, ibi oculus” (S. Agustín: “donde está el corazón, allí está el ojo”). El corazón es el que orienta la mirada. Hay que rescatar ese corazón depredado y depredador, ventana abierta que ventila constantemente sentimientos inoculados por marca comercial. Esa forma de mirar se compra en permanente oferta.

La mirada del profeta es muy distinta. Como el centinela, vigila los caminos. No es presa de los sueños que dominan a otros. Vigila con mirada aguda y atenta para ver largas distancias sin adormecerse. Actitud muy distinta del pueblo que permanece sumergido en un letargo de sentidos embotados. Misión de soledad. Misión de defensa de la vida y de saber esperar: “A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte”. (Ez 33, 7). “En mi puesto de guardia me pondré, me plantaré en mi muro, y otearé para ver lo que él me dice, lo que responde a mi querella” (Hab 2, 1)
• Balaam, profeta clarividente de ojos perfectos.
“Entonó su trova y dijo: Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del varón clarividente. Oráculo del que escucha los dichos de Dios, del que conoce la ciencia del Altísimo; del que ve lo que le hace ver Sadday, del que obtiene la respuesta, y se le abren los ojos” (Núm 24,15-6). Ojos perfectos porque traducen la mirada de Dios, porque penetran la realidad en toda su profundidad, porque son libres, más allá de sus expectativas personales. “Fides occulata” de los escolásticos: mirada iluminada por la fe, que ve la realidad con la luz de Dios. Una mística de los ojos abiertos.

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