Jesús, el carpintero,
gusta de poner mesas en el corazón de cada pueblo.
Él ayuda a sentarse, ofrece la copa de vino y parte, amoroso, los panes.
Quien se sienta a la mesa de Cristo aprende a ser carpintero.
Quien come el pan de Cristo aprende a ser panadero.
Y el que bebe de su copa será viñador experto;
no faltarán los racimos y frutos de sabor de cielo,
anticipo del banquete del Reino.
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