10 junio 2017

Dios uno y trino

1. Para conocer y penetrar en el misterio de Dios, la Biblia procede pedagógicamente. El misterio de la Trinidad se prepara en el Antiguo Testamento con la vivencia del monoteísmo: Yahvé es un Dios únicoPero no es un Dios de la naturaleza, sino de la historia. Dada la situación humana, es un Dios salvador, como se muestra en sus intervenciones liberadoras. Los profetas anuncian la llegada de un Mesías Salvador en los nuevos tiempos, cuando se lleve a cabo la nueva alianza y Dios reine en persona, sin personajes interpuestos. El Mesías de Dios será el Salvador del mundo.

2. El misterio de Dios uno y trino se revela de una forma más completa en el Nuevo Testamento. El punto de partida es la persona de Jesús. Recordemos que la fe de la Iglesia se redujo al principio a esta afirmación: «Jesús es el Señor» o «el Cristo», es decir, Jesucristo. Jesús, en plena continuidad con la fe judía, llama «Padre» a Dios y concibe la paternidad de Dios de un modo universal: es el Dios del reino, del pueblo, de los pobres. Ciertamente, las relaciones entre el Padre y el Hijo son íntimas y totales. Su conocimiento mutuo es idéntico, como es igual la concordia de sus voluntades. Por otra parte, Jesús revela el misterio del Espíritu, especialmente en la última cenaMuere exhalando el Espíritu y aparece resucitado soplando el Espíritu sobre sus discípulos. Los profetas habían dicho que el Mesías tendría el Espíritu en plenitud y lo derramaría abundantemente. Es Lucas, sobre todo, el testigo del Espíritu en la persona y en la obra de Jesús.
 
3. La Iglesia es la comunidad de los cristianos enviados al mundo, como Cristo fue enviado por el Padrees además la comunidad de los que se aman entre sí y aman a los demás como el Padre ama al Hijo, y el Hijo al Padre. En definitiva, la Iglesia, en relación a la Trinidad, es la familia del Padre, el cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu. La fe se manifiesta trinitaria en el acto bautismal y en toda eucaristía, que empieza y termina en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Finalmente, con el gesto fundamental de la cruz nos santiguamos trinitariamente.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Tiene cabida en nosotros el Espíritu Santo?
¿Por qué somos reticentes a lo que llamamos «espiritual»?
Casiano Floristán

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