27 abril 2017

III Domingo de Pascua: ¿Qué me quiere decir Jesús hoy?

Dos discípulos de Jesús caminaban hacia Emaús. Iban muy tristes y desanimados, pues su gran maestro, en quien habían puesto todas sus esperanzas, había muerto. Esperaban tanto y a la vez tan poco de Cristo, que no podían aceptar que estuviera muerto y “derrotado”. Su fe se tambaleaba. Por una parte no lo veían resucitar como Él lo había prometido, y por la otra, sus esperanzas en Jesús sólo se limitaban a que liberara a su pueblo del dominio romano. No habían entendido que la misión de Cristo era mucho más grande que eso Jesús lugar con su muerte y resurrección, lo que no había conseguido en vida: construir en sus amigos una fe sólida y madura que va más allá de esperar triunfos humanos.

La fe del mundo también se tambalea cuando vemos que Dios no cumple nuestros deseos y caprichos humanos; cuando dejamos que esos deseos de triunfo, poder, posesión, se conviertan en nuestros dioses y dominen nuestras vidas. Cuando en ello, ponemos todas nuestras esperanzas y ganas de vivir, acabamos decepcionados porque o no se cumplen, o aún cumpliéndose, dejan un gran vacío en nuestras vidas. Los sufrimientos y las decepciones, tambalean nuestra fe cuando ésta no se encuentra bien comentada.
Todo es diferente cuando sabemos que Cristo vive, camina junto a nosotros en las buenas y en las malas, y nos invita a luchar por nuestra Salvación; una meta mucho más alta y duradera que nuestras metas humanas. Una meta que se alcanza con amor y cargando las cruces del perdón, de la ayuda a los demás; del sufrimiento que no podemos evitar…
Reconozcamos a Cristo en todo lo agradable y desagradable que sucede en nuestras vidas. Pidámosle: “quédate con nosotros” y caminemos con alegría hacia nuestra salvación.
¿En qué acontecimientos de mi vida no he sabido reconocer a Cristo?

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