Te aclamamos queriendo unirnos a todos los que sufren, a tantos enfermos que no pueden con el dolor, a tantas familias deshechas por la droga, a todas las parejas rotas por el desamor y la soledad, a tantos niños llenos de cosas y necesitados de amor.
Te aclamamos pidiéndote nos ayudes acompañar la vida de tantos inmigrantes llenos de nostalgia e inseguridad, de todos los deprimidos, desanimados y sin ganas de vivir, de los que no tienen valores que merezca la pena, de los que tienen penas que nadie consuela, de los que cumplen penas en cárceles deshumanizadas.
Te aclamamos contentos y llenos de esperanza. Por eso creemos que este mundo tiene remedio, que se puede dar la vida como Tú, para crear vida, que juntos contigo y con los otros, somos una familia, que poco a poco vamos haciendo tu reino y que nos juntaremos en tu abrazo final de los días.
Te aclamamos, te felicitamos y te admiramos, por lo bien que nos explicaste la mejor manera de vivir, y cómo nos contaste quién es nuestro Dios padre y madre, nos abriste caminos nuevos, nos llenaste de ilusión, y aunque las cosas te fueron difíciles, llegaste hasta el fin.
Y porque sentimos que caminas a nuestro lado, nos invitas a vivir a tu manera y a contar con tu presencia, te damos las gracias, Jesús… tu pasión mereció la pena.
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