27 abril 2017

Comentario Domingo III de Pascua

Oración
Jesús, Señor resucitado, tú saliste al paso a los discípulos que caminaban ciegos y faltos de toda esperanza:
†  háblanos como a ellos en el caminar de nuestra vida,
†ábrenos los ojos y el corazón para reconocerte en tu Palabra y en las Escrituras,
†  llénanos de asombro y gozo cada vez que nos permites reconocerte junto a nosotros, cuando nos reunimos para celebrar tu recuerdo en la Eucaristía.
Tú que vives y reinas con el Padre por los siglos de los siglos. AMEN.


Lc 24, 13-35
«13Y he aquí que aquel día dos de ellos estaban yendo a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios [12 kms] de Jerusalén, 14y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15Y sucedió que, mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús, acercándose, caminaba con ellos; 16pero sus ojos estaban incapacitados para reconocerle. 17Y les dijo: ‘¿De qué debatís entre vosotros al andar?’; y ellos se pararon entristecidos. 18Uno llamado Cleofás, respondiendo, le dijo: ‘¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no conoce las cosas ocurridas en ella en estos días?’. 19Y les dijo: ‘¿Qué cosas?’. Y ellos le dijeron: ‘Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso de obra y de palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le entregaron a condena de muerte y le crucificaron. 21Nosotros esperábamos que él sería el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas llevamos ya tres días desde que esto ocurrió. 22Aunque algunas mujeres de las nuestras nos sobresaltaron, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23y, al no encontrar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vive. 24Y fueron algunos de los que están con nosotros al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron’.
25Y él les dijo: ‘¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en todo lo que dijeron los profetas! 26¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar en su gloria?’. 27Y, empezando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que había en todas las Escrituras sobre él.
28Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29Pero ellos le apremiaron diciéndole: ‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado’. Y entró para quedarse con ellos.
30Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomando el pan, lo bendijo y, partiéndolo, se lo daba. 31Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. 32Y se dijeron uno a otro: ‘¿Acaso no estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino, cuando nos explicaba las Escrituras?’. 33Y, levantándose en aquel momento, volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34que decían: ‘¡Es verdad! ¡El Señor ha sido resucitado y se ha aparecido a Simón!’. 35Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
El presente pasaje ocupa un lugar central en los relatos lucanos de Resurrección. Todo comienza con el relato del sepulcro vacío y el anuncio de los ángeles a las mujeres (24,1-11) y la visita de Pedro al sepulcro (24,12), que dan pie al pasaje de Emaús (“Aquel día”, v. 13). Después de nuestro relato, el evangelio cuenta la aparición de Jesús al grupo de discípulos (24,36-43) y las últimas instrucciones de Jesús y su ascensión al cielo (24,44-53). Así llega el final del tercer evangelio.
 

TEXTO
El texto está muy bien construido en dos grandes partes (“Y sucedió que”: vv. 15 y 30), precedidas ambas por sendas introducciones. La primera parte comienza con una pequeña introducción narrativa (vv. 13-14), que da paso a la acción que transcurre por el camino, y que consiste en la conversación de Jesús con los dos discípulos (vv. 15-27). Los versículos finales suponen un auténtico clímax de esta sección: una afirmación admirada (v. 25), una pregunta con gran fuerza retórica (v. 26) y la acción de respuesta de Jesús, interpretando para los discípulos las Escrituras (v. 27). Parecería que llegamos al final del relato. Pero, de inmediato sigue otra introducción (vv. 28-29) que conduce a la segunda sección, la estancia en la posada, donde se produce la fracción del pan, y la vuelta de los dos discípulos a Jerusalén (vv. 30-35). El gran tema es el paso de no reconocer a Jesús a reconocerle. Y los instrumentos para ello: el uso de las Escrituras y la fracción del pan. De fondo, la cuestión central de la fe en la resurrección. Los discípulos no habían creído a las mujeres (cf. 24,11) ni a los profetas (24,25), pero gracias a la Palabra explicativa de Jesús y al acontecimiento eucarístico, llegan a la fe.

ELEMENTOS INTERESANTES
• La falta de fe es la razón de la desesperanza de Cleofás y del otro discípulo que leen los acontecimientos pasados en clave de fracaso, con un “realismo” escéptico. Reconocen a Jesús solo como profeta, aunque poderoso. Están decepcionados (“esperábamos… pero…”). La fe no cambia la realidad de lo que ocurre, pero “obliga” a leer esa realidad con otras claves. ¿Cómo es tu lectura de la realidad? ¿Demasiado “realista”? ¿Qué papel juega tu fe a la hora de analizar y valorar las cosas que ocurren?
• Los discípulos “fuerzan” a Jesús a que se quede con ellos: Y Jesús se queda con ellos. Jesús es el Emmanuel, el Dios-con- nosotros (Mt 1,23), el Dios que cumple su promesa: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Los discípulos sienten un gran deseo de estar con Jesús: ¿Sientes tú esa misma necesidad de estar con Él? ¿En qué se concreta? Piensa en tus espacios, tiempos y modos de oración.
• Jesús les explica las Escrituras y los discípulos sienten que arde su corazón mientras le escuchan. ¿Lees a menudo la Biblia, en especial los Evangelios? ¿Oras con ellos? ¿Has experimentado alguna vez que la Palabra de Dios te ha infundido una fuerza y esperanza que no tenías?
• Los discípulos le reconocen presente y resucitado cuando hace el gesto de la última cena: la fracción del pan. La Palabra, incluso la Palabra de Dios, es insuficiente sin el sacramento, sin el acontecimiento, sin la praxis. ¿Cómo vives el momento de la Eucaristía? ¿Es ella el principal alimento de tu vida creyente?
• Los discípulos sufren, en el proceso del relato, una gran transformación: antes abatidos y desalentados, al final “se levantan” (egeiro, también significa “resucitar”). El proceso del encuentro con la Escritura y con la Eucaristía transforma, levanta, alienta, moviliza sus pasos, hace sentir la necesidad de contar a Jesús, anunciar lo que han visto y oído. ¿Te sucede a ti lo mismo cada vez que participas en el encuentro orante de la Biblia o en la Eucaristía? Y, al final, los discípulos vuelven al lugar donde estaba la comunidad reunida. La Biblia y la Eucaristía crea comunión y comunidad. ¿Te sientes integrado y unido a la Iglesia diocesana, a tu comunidad parroquial?
 
Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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