Señor, ¡danos tu luz, la que cura nuestras cegueras,
la que nos hace más humanos, más comprensivos
y más humildes a la hora de pedir perdón!
¡Llénanos con tu paz y haznos ver nuestras faltas
antes de pedir a los demás que corrijan las suyas!
Te pedimos, buen Jesús, que nos ayudes a seguir tu ejemplo,
sobre todo cuando mostraste, delante de aquel ciego de nacimiento,
Señor, ¡cúranos!
¡Danos una vida nueva en todo lo que hacemos mal
y en todos aquellos valores humanos
que no aplicamos a nuestras actividades de cada día!
¡Haz de cada uno de nosotros, Padre del Cielo,
un canto a la esperanza!
Haz de nuestras preocupaciones una oportunidad para mejorar!
¡Haz de nuestros defectos un llamamiento a la reflexión y la superación!
Haz de cada momento en que no tratamos bien a los demás
un túnel con salida hacia tu luz!
¡Haz de nuestra personalidad un río por el cual fluya siempre el amor,
no como una imagen bonita, sino como una realidad vivida!
¡Activa, Señor, aquella capacidad que todos tenemos de amar sin límites,
empezando por las personas más próximas!
¡Ayúdanos a olvidar el mal que otros pueden habernos hecho!
¡Ayúdanos a no juzgar!
¡Gracias por habernos reunido hoy y por habernos dado la fuerza
y la luz que permite reconocer la propia culpa y confiar en tu misericordia!
¡Gracias por el don de la fe, por la compañía
y la confianza de los que nos aman desde la sencillez y la pequeñez!
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