16 marzo 2017

III Domingo Cuaresma: reflexión

Resultado de imagen de jesus y la samaritana
Oración
Señor, Tú me sondeas y me conoces. Sabes que mi corazón anda siempre inquieto, ansioso, anhelante… Tengo muchas cosas, no carezco de nada. Pero “los dioses y señores de la tierra” no me satisfacen. El cántaro que lleno con mis obras y mis ajetreos cotidianos se me antoja cada día más incapaz de saciar mi sed de vida plena. Recorro calles y plazas, con mi cántaro en las manos. No me bastan las aguas turbias y efímeras que soy capaz de retener en él.
Como busca la cierva corrientes de agua, así te busco yo, Dios mío. Como tierra reseca, agostada, sin agua, mi alma tiene sed de ti, y espera, resistente, que tu lluvia me empape y convierta mi desierto en vergel, que tu torrente me inunde y de mi seno corran ríos de agua viva.
Que tu misericordia no retarde tu Promesa, Señor, que nuestro deseo la atraiga; que mi vida rendida a tu Espíritu consienta en mí la misma transformación que obró en la samaritana; que, dejando por fin mi cántaro, me convierta en discípulo y apóstol de tu Salvación. Amén.


Jn 4,5-42
«5Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamado Sicar, cerca de la heredad que dio Jacob a su hijo José. 6Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
7Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: ‘Dame de beber’. 8Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: 9‘¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?’. (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). 10Jesús le contestó: ‘Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: dame de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva’. 11Le dice la mujer: ‘Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo, ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?; 12¿acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?’. 13Jesús le contestó: ‘todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; 14pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna’.15Le dice la mujer: ‘Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed, y no tenga que venir aquí a sacarla’.
16Él le dice: ‘Vete, llama a tu marido y vuelve acá’. 17Respondió la mujer: ‘No tengo marido’. Jesús le dice: ‘Bien has dicho que no tienes marido: 18porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad’. 19Le dice la mujer: ‘Señor, veo que eres un profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el sitio donde se debe adorar’. 21Jesús le dice: ‘Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23Pero llega la hora, ya estamos en ella, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y verdad’. 25Le dice la mujer: ‘Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo desvelará todo’. 26Jesús le dice: ‘Yo soy: el que está hablando contigo’.
27En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: ‘¿qué quieres?’ o ‘¿qué hablas con ella?’. 28La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: 29‘Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?’. 30Salieron de la ciudad e iban hacia él.
31Mientras tanto, los discípulos le insistían diciendo: ‘Rabbí, come’. 32Pero él les dijo: ‘Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis’. 33Los discípulos se decían unos a otros: ‘¿Le habrá traído alguien de comer?’. 34Les dijo Jesús: ‘Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. 35¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya 36el segador recibe el salario y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. 37Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador; 38yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga’.
39Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: ‘Me ha dicho todo lo que he hecho’. 40Cuando llegaron a él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. 41Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, 42y decían a la mujer: ‘Ya no creemos por tus palabras, que nosotros mismos hemos oído y
sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo’.»
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Cambiamos al evangelio de Juan. Jesús había realizado su primer signo en la boda de Caná (Jn 2,1-12) y, ya en Jerusalén, realiza otro signo: la llamada “purificación del templo” (2,13-22). Después viene la entrevista con Nicodemo (3,1-21) y el último testimonio sobre Jesús que hace Juan Bautista (3,22-36). Precisamente en el evangelio de hoy se retoman varios temas presentes en dicho testimonio (el Cristo, la vida eterna). Después de este episodio con la samaritana, Jesús llegará a Galilea, donde realizará el segundo signo: la curación del hijo de un funcionario real (4,43-54).

TEXTO
El episodio puede estructurarse en 2 grandes secciones con tres partes cada una. Las dos secciones terminan con una afirmación central de Jesús (‘Yo soy [el Cristo]: el que está hablando contigo’, v. 26) y sobre Jesús (‘éste es verdaderamente el Salvador del mundo’, v. 42). La primera sección se compone de una introducción narrativa (vv. 5-6); una primera conversación con la mujer acerca del agua/agua viva (vv. 7-15) y una segunda conversación que va magistralmente profundizando hasta desembocar en la identidad de Jesús (vv. 16-26). La segunda sección comienza también con una introducción (vv. 27-30); una primera conversación de Jesús con sus discípulos a cuenta de la comida (vv. 31- 38) y la reacción de muchos samaritanos de Sicar creyendo en Jesús (vv. 39-42).

ELEMENTOS A DESTACAR
• El episodio sucede en una ciudad de Samaría llamada Sicar, junto a un pozo. Samaría sugiere, entonces, un lugar hostil. Los judíos y los samaritanos no se trataban, después de una larga historia de desencuentros y enfrentamientos (cf. en Lc 9,51-56 un ejemplo de hostilidad). Lc 9,51-56). La imagen de un hombre junto al pozo recuerda relatos bíblicos de encuentros amorosos: Eliezer, siervo de Abrahán, encuentra a Rebeca, futura esposa de Isaac, junto a un pozo (Gn 24,11ss); Jacob se enamora de Raquel junto a un pozo (Gn 29), y Moisés conoce a Séfora junto a un pozo (Ex 2,15). Por eso, la indicación de la hora (una hora intempestiva para una mujer decente) rompe ese imaginario. Jesús se va a encontrar con una mujer sin nombre, personaje que puede representar a cada uno de los/las discípulos/as con los que Jesús se encuentra aprovechando la situación de carencia y necesidad.
• Un elemento característico del evangelio de Juan es el uso del equívoco: Jesús usa un concepto que tiene a la vez un significado natural y otro espiritual o figurado. Sus interlocutores entienden el significado exclusivamente en el sentido natural o literal, mientras que Jesús piensa también en el espiritual o figurado: el agua viva (vv. 10-15), el alimento (vv. 31-34). Esto permite a Jesús explicar mejor el sentido espiritual o figurado pretendido.
• Fíjate en los personajes principales y secundarios de la escena: a) Jesús: Aparentemente es un hombre normal, pero se trata de un judío muy “extraño”, pues le dirige la palabra a una mujer, además samaritana y, para colmo, buscona. Dice un tratado rabínico sobre el trato con las mujeres: “Un hombre se procura tanto mal cuanto más tiempo pasa hablando con la mujer, se aleja de la palabra de la ley y su destino es la gehenna” (Abot 15). Pero Jesús no hace ningún caso de principios y/o normas que marginen y excluyan a los débiles. Jesús hace de esos “lugares de abajo” un lugar privilegiado para manifestar su salvación. b) La mujer samaritana: su vida está marcada por la carencia, la rutina infecunda, la insatisfacción existencial. Esta mujer representa a todo el que es incapaz de saciar su sed de vida sin encontrar lo que pide su corazón. Muchos profetas utilizan la imagen de una esposa que se prostituye para representar al pueblo infiel a Dios (cf. Os 1-2; Ez 16,15ss; Jr 3…). La referencia a los cinco maridos es una alusión a las cinco ermitas de los dioses paganos que se mencionan en 2Re 17,24- 41. c) Los samaritanos de Sicar: Creen en Jesús por el anuncio de la mujer. Pero no se conforman con una fe “recibida”, “heredada”, “externa”. La hacen suya cuando ellos mismos conocen a Jesús y le oyen (vv. 39-41). Fíjate en el proceso que sigue su fe: el testimonio de alguien
  •  la fe desde lo escuchado
  • la personalización de la fe
  • la confesión: es un itinerario catecumenal.
  • Los discípulos entran en escena en los vv. 27-38. Tienen en común con la samaritana que no entienden el lenguaje de Jesús ni entran en su modo de pensar.
• Nota el proceso que va haciendo la samaritana: pasa de sus búsquedas más superficiales a las más profundas; del agua material al agua viva; de la percepción de Jesús como un “judío”, un simple “hombre”, al reconocimiento de Jesús Profeta y Mesías-Cristo. Su fe sorprendida la arrastra a dejar el cántaro (“cisternas agrietadas que no retienen el agua”, Jr 2), y a anunciar lo que ha visto y oído. Su fe contagia de fe a sus paisanos, quienes terminan confesando: “Éste es verdaderamente el Salvador del mundo”. ¿Te resulta fácil identificarte con estas figuras bíblicas? ¿Por qué? ¿Cuáles son tus búsquedas y deseos más profundos? ¿De qué tienes sed? ¿Qué te falta en la vida para ser feliz? Date cuenta de cuáles son los “maridos” en los que a veces pones tu seguridad y tu felicidad: la salud, la prosperidad económica, el éxito profesional, la buena fama… Confróntate con Jesús: Él es el Agua Viva y da el Agua del Espíritu Santo. ¿Con qué manantiales calma Dios la sed de tu vida? ¿Qué oasis, ríos, fuentes, pozos… ha puesto en tus desiertos? Jesús dice que su alimento es hacer la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra. ¿Con qué “manjares” alimentas tu vida y tu fe? ¿Qué lecturas, conversaciones, “ritos”, hábitos, costumbres, relaciones…? ¿Qué espacios de oración dejas para que el Señor te dé de beber y te alimente? ¿Crees que Jesús es el Salvador del mundo y tu Salvador, como confesaron los samaritanos? ¿Sientes la urgencia amorosa de anunciarlo así a los demás?
Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?
 

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