26 febrero 2017

Otra cuaresma, otra oportunidad


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Una vez más, Señor, el calendario y Tú me dais otra oportunidad.
¡Cuántas cuaresmas llevo vividas… y no termino de convertirme!
Pero hoy de nuevo sales a mi encuentro y me recuerdas lo de siempre,
que es nuevo cada día: que me has creado para la felicidad
y que me conviene enderezar el camino.
Me das una nueva oportunidad y me recuerdas tres palabras
que pueden sonar a caducadas, pero que están de plena actualidad,
y que pueden aportar salud mental y espiritual a mi vida.
Una es la limosna. Me invitas a vivir compartiendo,
dando aquello que me sobra,
que me agobia, que me ata, que me quita libertad,
porque cuando doy de lo que tengo me vuelvo más rico.
Cada vez que regalo de lo mío, aunque me cueste,
me siento mejor por dentro,
parece que gano en libertad
y sobre todo en coherencia personal.

No necesito tanto para vivir como yo creo
y a veces atesoro por inseguridad, por afán de tener,
por previsión, por no creerme del todo
que los pajarillos no tienen granero y tú les alimentas…
mientras yo lleno nevera, armarios, estanterías y bibliotecas.
Me das la oportunidad de ayunar,
que es no darme todos los caprichos, renunciar:
a alguna venganza, a continuar una murmuración,
a algunos ocios que me empobrecen
para elegir otros que me enriquecen,
a algunas perezas que me mantienen dentro de mí,
sin abrirme a los demás,
a algunas manías que me dificultan las relaciones y la tolerancia,
a palabras huecas, temas sin sentido
y conversaciones poco constructivas,
a la indiferencia ante el dolor ajeno
que me disculpa del compromiso…
Me das otra oportunidad para sumergirme en la oración,
ese tesoro que mantiene viva nuestra amistad,
nuestra relación y nuestro amor.
Gracias, Señor, por darme esta Cuaresma, otra oportunidad.

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