Preferible tomar las cosas con serenidad que ahogarse en ellas.
Preferible sonreír que vivir con cara de amargado.
Preferible perdonar que dejarte carcomer por el virus del resentimiento.
Preferible dar la mano a que te la pida que esconderla.
Preferible hablar bien de todos, que criticarles.
Preferible equivocarte hablando bien, que acertar hablando mal.
Cuando te sientas nervioso y de mal humor, mejor guarda silencio.
El optimismo enciende las luces.
El pesimismo las apaga todas.
La casa puedes barrerla todos los días.
Pero, al menos una vez al mes haz una limpieza de tu conciencia.
Caer es muy humano.
Levantarse cada vez es divino.
No digas palabras que pueden herir.
No comiences el día sin saludar con cariño a los tuyos.
Y no olvides saludar a Dios cada amanecer.
No te acuestes sin reconciliarte con los tuyos y también con Dios.
Si ves a alguien caído, no pases por encima, levántalo.
Si hoy las cosas te van mal, aún te queda mañana para que cambien.
Si algún día te sientes triste, ese día ora un poco más.
Si alguien habla mal de ti, tú habla bien de él.
Si has fallado, reconoce con honestidad tu error.
La verdad duele, pero sana y cura el corazón.
Ya sé que sabes todo esto. Pero pongámoslo en práctica.
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