13 enero 2017

Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo


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Señor Jesús, fue Juan, el Bautista, quien dijo de Ti que eres
“El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
A cuantos Juan les mostró tu identidad seguro que la comprendieron perfectamente,ya que conectaba con lo que vivían:
la Pascua, el cordero,
el recuerdo de la liberación de Egipto…
la historia del pueblo de Dios.
Nosotros tenemos que reconstruir y situarnos en aquellos tiempos
para entender un poco las palabras de Juan.
Tú, Señor Jesús,
eres el Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo.
Tú eres el que se ofrece voluntariamente para rehacer la nueva y definitiva Alianza.
Ahí está tu acción salvadora: Quitar los pecados del mundo

pero sin condenar a los pecadores sino sentándote a su mesa,
llamando a alguno de ellos para que fuera tu discípulo

dejándote lavar tus pies por una de ellos.

¡Cuánto me cuesta, Señor Jesús, condenar el pecado
sin condenar al pecador!
No es fácil, mantener el equilibrio.
Y por tanto es imprescindible.
¡Con cuánta facilidad, Señor Jesús, condenamos,
metemos en el mismo saco pecado y pecador.
Tú, Señor Jesús, has venido al mundo
para quitar el pecado del mundo.
Pero también, y sobre todo,
para salvar a los pecadores.
Tú decías de Ti mismo que eres como el médico;
o sea Tú eres para los pecadores

lo que es el médico es para los enfermos
Gracias, Señor Jesús,
porque quitas mis pecados,
porque me perdonas.
Perdón, Señor Jesús,
por todos mis muchos Pecados que has cargado sobre tus hombros.
¿No podría yo ayudarte… empezando
por tratar de no caer en el pecado?
¿No podría yo ayudarte
haciendo que en mi mundo haya menos pecado:
menos egoísmo,

menos mentira,
menos avaricia,
menos injusticia,
menos olvido de Dios,
menos consumismo…
y más amor a Dios
y más amor a los hermanos,
a todas las personas?
Por otra parte el Bautista dice también con un tono de gran solemnidad:
“Yo he visto y doy testimonio

que este es el Hijo de Dios”
Tú, Señor Jesús,
que estos días te hemos recordado naciendo en un portal,
envuelto con unos pañales
y recostado en el pesebre
porque no había sitio para Ti…
TÚ ERES EL HIJO DE DIOS.
Así como suena.
En medio de la humildad más grande del mundo
tenemos al Hijo de Dios y de María.
Gracias, Señor Jesús,
por tu manera de hacer las cosas,
tan diferente a como las hacer nosotros.
Que Tú, Señor Jesús, seas siempre
el centro de nuestras vidas.
Que tu persona ilumine en todo momento nuestras palabras y obras.
Que sepamos hacer nuestro tu proyecto
y asumirlo, que no es otro que el de Dios Padre.
Que nos tomemos en serio cuanto Tú

nos irás diciendo a lo largo del año que empieza
Que tengamos siempre buen humor, mucho buen humor.

Que las responsabilidades no nos agobien porque sabemos que estamos
en tan buena compañía.
Que nuestro mundo sepa (que nosotros sepamos) en este nuevo año 2017:
compartir, dialogar, buscar el bien común,
silenciar las armas, buscar la paz, erradicar la pobreza,
eliminar toda muestra de violencia, cuidar la creación,
poner a Dios Padre como prioridad máxima

y que el bien de todo ser humano prevalezca siempre por encima de todo.
Que, como Tú, Señor Jesús,
sepamos ser lo que somos:
hijos de Dios, criaturas, hermanos, servidores, gente sencilla…
que trata de seguir, con la ayuda del Espíritu, tus pasos.

Que no queramos ser más de lo que somos.
Que nuestros desvelos, Señor Jesús,

sean los tuyos.
Que nuestras lágrimas, Señor Jesús,
sean las tuyas
Que nuestras alegrías, Señor Jesús,
sean las tuyas.
Que nuestras aspiraciones sean las tuyas.
Que…

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