30 noviembre 2016

Comentario al Evangelio de hoy, 30 noviembre

¡Buenos días, amigos!
Hoy celebramos a San Andrés, hermano de S. Pedro, los dos apóstoles clave para llevarnos a la unidad de la única Iglesia que Jesús estableció en esta tierra.
Según la tradición, San Andrés es el fundador de la Iglesia de Constantinopla, nombre antiguo de la actual ciudad de Estambul, en Turquía. En noviembre de 2014 el Papa Francisco, sucesor de San Pedro, se reunió con Bartolomé, el actual sucesor de San Andrés, Patriarca de Constantinopla y líder de la Iglesia Ortodoxa. Entre los objetivos del viaje estaba reforzar el camino de la unidad de los cristianos ortodoxos y católicos.
Uno de los momentos más emotivos de aquella histórica visita tuvo lugar en el rezo de las vísperas de la Fiesta de San Andrés, cuando el Papa Francisco le pidió la bendición a Bartolomé y se inclinó ante él para recibirla. El Patriarca, quien en varias oportunidades llamó al Santo Padre "hermano", lo bendijo y le besó.

En el camino hacia la unidad la sangre de los mártires y los sufrimientos diarios de tantos cristianos perseguidos están realizando de un modo silencioso la unidad que Cristo pidió a sus discípulos: católicos y ortodoxos todos mueren por declararse discípulos de Cristo. Los mártires no hacen diferencia de la Iglesia a la que pertenecen, sino que todos dan la vida por Jesús como único Señor.
En los textos bíblicos de este día vemos que el corazón de Pablo no conoce fronteras, él quiere llegar a todas las naciones  anunciando el gran regalo que Jesús trae para toda la humanidad.
Él nos dice: «si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás». Y también: «todo el que invoque el nombre del Señor se salvará». Pero, ¿cómo van a invocar al Señor ni no le conocen? Para esto se necesitan misioneros y anunciadores de la Palabra de Dios que lleven adelante la evangelización. Los pasos de los mensajeros que dan buenas noticias de Jesús son muy hermosos.
En el evangelio  que hoy se nos propone vemos a Jesús que llama a sus primeros discípulos. Él los elige. Y la llamada es categórica, la respuesta, rápida e incondicional: ellos responden a su llamado, y dejándolo todo, le siguen.
Con estos rasgos se inaugura un nuevo tipo de seguimiento para nosotros cristianos: es una vocación irresistible y vinculante, un compartir en todo la vida y la misión del Maestro: «los haré pescadores de hombres». Ante Jesús no valen las excusas.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero claretiano

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