12 octubre 2016

Comentario al Evangelio de hoy, 12 octubre


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Fernando Prado, cmf
Dios habita en medio de su pueblo y por eso el pueblo se alegra y hace fiesta. Es la alegría del encuentro y de la presencia. El Arca de la alianza de la que habla la primera lectura es símbolo de Dios con nosotros.
La liturgia de la Fiesta del Pilar nos invita a fijarnos en Jesús, el hijo de María, a quien el Evangelio proclama el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Esta es la promesa que Dios ha hecho a su pueblo: yo soy Dios-con-vosotros, y estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.

Ahí está el verdadero pilar de nuestra fe. Somos herederos y custodios de esa promesa. En ella creemos y confiamos: Dios está con nosotros. Y si Dios está con nosotros… ¿quién contra nosotros?
Cuando Jesús caminaba por su tierra, iba predicando esa verdad: Dios y el Reino están ya entre nosotros. Convertíos y creed esta Buena Noticia. Es necesario cambiar de perspectiva. Dios está con nosotros y su presencia todo lo renueva. ¿No lo notáis?
Algunos, ciertamente, quedaron prendados de la promesa. Lástima que no todos se enteraron. Y así, con esas palabras que apuntaban a un horizonte más alto y más bello, fue calando la Buena noticia. Aquellos hombres y mujeres, vieron en Jesús a Dios que habitaba en medio de su pueblo, insuflándoles, por su palabra, la alegría del Evangelio, el sueño de un horizonte más bello y el sentirse partícipes e invitados a aquel banquete. No es de extrañar que a su paso una mujer le gritara ese piropo. La mujer, entusiasmada, pone a María en su boca para referirse a Jesús: ¡qué grande ha de ser tu madre que ha dado a luz a alguien como tú!
En este día de la Virgen del Pilar, pedimos a María que interceda ante Dios Padre para que avive en nosotros la admiración de sabernos acompañados en la vida por este Dios que está con nosotros y que se nos ha manifestado en Jesús.
En España se hace fiesta en este día y se mira hacia Latinoamérica, la viña joven que un día recibió el Evangelio y hoy nos lo devuelve purificado, fresco, lleno de vida, alegría y fiesta. Pidamos unos por otros, los que compartimos una misma lengua y una misma fe. En el Señor nos sabemos hermanos y coherederos de esa gran promesa que nos transmitieron y hoy vive en nosotros: Dios está con nosotros siempre, todos los días, hasta el fin de los tiempos. Que tengamos un buen día todos, hermanos y que el Señor nos colme de sus bendiciones.


Vuestro hermano, 
Fernando Prado, cmf.


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