08 septiembre 2016

Jueves XXIII de Tiempo Ordinario

Hoy es 8 de septiembre, jueves XXIII de Tiempo Ordinario, Natividad de la Virgen María.
Me dispongo a orar en esta fiesta de María, nuestra madre. Es su Natividad. Voy haciendo silencio, pido que ella me ayude a escuchar y a guardar las cosas en mi corazón. Me voy calmando para poder acoger la palabra que me llega en este momento. El mensaje del Señor para mí hoy puede ser decisivo en mi vida. Por tanto me abro y me dispongo a acogerlo desde el fondo.
La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 1, 18-23):
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Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. 
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. 
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: 
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”.

María es invitada a abrirse a un acontecimiento desbordante a primera vista. José tiene una postura decisiva en todo esto. Para ninguno de los dos es fácil.
Cuando llega el mensajero trae una noticia que cambia el rumbo de la historia. ¿Dónde busco las señales para acoger los mensajes de Dios?
¿Cómo está mi confianza ante lo que no entiendo?
Para no ser sólo Dios,el Verbo quiso de mí,la Carne que hace al hombrey yo le dije que sí,para no ser sólo niña.
Para no ser sólo vida,
el Verbo quiso de mí,la Carne que me hace a la muertey yo le dije que sípara no ser sólo madre.Y para ser Vida eterna,el Verbo quiso de mí,la Carne que resucitay yo le dije que sí,para no ser sólo tiempo.
Me dispongo a cerrar este momento de oración. Este encuentro con el Señor y su madre María, pido, con San Ignacio, que ella me ponga con su Hijo. Me mantenga en esa compañía a lo largo de la jornada, en la actividad donde me encuentre. Sabiéndome en confianza y sin temor.
Dios te salve María,llena eres de gracia,el Señor es contigo.Bendita tú eres,entre todas las mujeresy bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María,Madre de Dios,ruega por nosotros pecadoresahora y en la hora de nuestra muerte.Amén.

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