03 septiembre 2016

¿Cuánto interviene Dios en las historias de amor?

Por: Luisa Restrepo

Las formas de actuar de Dios siempre nos sorprenden. Hay algunos que las llaman «Diosidencias» para darle un sentido cristiano a esas casualidades que son pequeñas señales de Dios en nuestra vida. Y es que no tienes que ser muy piadoso para darte cuenta de cómo la realidad es un entramado fino de puntadas de Dios. No digo esto porque ande viendo signos de Dios en todas las cosas que pasan, lo digo porque hace poco, he visto, he tenido la oportunidad de presenciar una de ellas. Y una enorme.
Lo más lindo de todo es que nosotros no tenemos que hacer nada. No hay que tirar una moneda a una fuente o hacer miles de cosas para que las circunstancias se den perfectamente (ojo, sí hay que colaborar, pero de eso hablaré más adelante). La cosa es que lo más importante y lo más bonito es que Dios actúa cuando menos lo esperamos. Actúa (si estás atento para mirar) de la forma en la que más te conviene. No tenemos que hacer nada, solo pedir su ayuda y Él viene. ¡Sí! como lo oíste, ¡viene!, se muestra, llena de luz y habla claro. Quiere encontrarnos en nuestro camino, conducirnos por la vía del asombro, pues cuando forzamos las cosas y creemos que el éxito de nuestros deseos se verá cumplido por nuestros esfuerzos, es cuando, por la frustración, dejamos de ver (como claramente sucede en el video). Siempre esa «moneda de la suerte» ese «golpe de gracia» viene cuando menos lo esperamos y de la forma menos esperada. Gratis.
Viene gratis gratis, o gratis gracias a una pequeña colaboración humana, porque, como dice Martín Descalzo (y acá es cuando hablo de lo que dije al inicio): «Lo mejor de Dios no es que sea omnipotente, sino que no lo sea demasiado y que haya querido “necesitar” de los hombres. Dios es lo suficientemente listo para saber mejor que nadie que la omnipotencia se admira, se respeta, se venera, crea asombro, admiración, sumisión. Pero que solo la debilidad, la proximidad crea amor. Por eso, ya desde el día de la Creación, El, que nada necesita de nadie, quiso contar con la colaboración del hombre para casi todo. Y empezó por dejar en nuestras manos el completar la obra de la Creación y todo cuanto en la tierra sucedería».
Es así que con su omnipotencia y nuestra debilidad y poca fe, hay más que suficiente para arreglar el mundo.

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