Queridos amigos y amigas:
Parafraseando la frase del libro del Eclesiastés, podríamos decir que “hay un tiempo para ser guiado, y hay un tiempo para guiar”.
El tiempo para ser guiado comienza… desde que estamos en el vientre de nuestra madre. En el origen de nuestra vida todo nos lo dan hecho, en todo somos guiados.
El proceso de crecer consiste en ir desarrollando las propias posibilidades… aunque sea bueno seguir contando con otros para orientarse bien en la vida y no perderse en el camino. Y paradójicamente, en la vejez volvemos a necesitar ser más guiados que en los años anteriores, cuando nuestras fuerzas flaquean y otros nos llevan.
El tiempo para guiar a otros comienza cuando uno, desde lo que ha recibido, es capaz de ofrecer pistas otros, que ayuden a recorrer el camino de la vida desde el querer de Dios. Guiar a otros como otros nos guiaron a nosotros.
Jesús es el buen pastor. El buen guía que conduce a quien le sigue por caminos de Verdad y de Vida. Y en el Evangelio de hoy nos alerta frente a los falsos guías: los que no llevan al bien, los que entorpecen el camino, los que no acercan a Dios.
Nos lo dice para que seamos lúcidos y, evitando los malos guías, nos dejemos orientar por quien de verdad lo merezca. Y para que no caigamos nosotros en la tentación de ser malos guías para otros.
Te invito a pensar estas dos preguntas: ¿quién está siendo para ti, hoy, guía en la vida? Y ¿cómo estás siendo tú, o cómo puedes llegar a ser, guía para otros?
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF
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