23 agosto 2016

Martes XXI de Tiempo Ordinario

Hoy es 23 de agosto, martes XXI de Tiempo Ordinario.
Como siempre, el Señor te está esperando para compartir este rato de oración contigo. Estés donde estés, estés como estés, sitúate delante de Dios tal como eres. El Señor te conoce. Sabe de tus aciertos y de tus errores, así que no tienes necesidad de fingir o aparentar. Él te quiere desde siempre y te espera con inmensa alegría. Toma conciencia de que Dios está junto a ti en esta oración que ahora comienzas.
El salmo 42 empieza con una invocación: Sé tú mi juez, Señor, distíngueme del pueblo injusto. Ese canto se puede convertir en una plegaria humilde de quien pide aprender de Dios el verdadero sentido de lo que es justo.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 23, 23-26):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»
Jesús no fue un ingenuo o un bonachón. Su compromiso con el reino le llevó a denunciar, sin descanso, la injusticia y la hipocresía, tal y como nos lo relata la lectura de hoy. Es fácil pensar que estas palabras tan duras están dirigidas a los poderosos, a los otros. Pero, ¿no se dirigirá Jesús también a ti?
Jesús propone tres medidas para saber si nuestros actos son sinceros: justicia, misericordia y lealtad. Para Jesús la justicia va más allá de no cometer injusticias. Exige una implicación activa y continua. Justicia y reino de Dios son dos realidades inseparables. ¿Lo son también para ti? ¿Cuál es tu compromiso real con la justicia?
La misericordia de Jesús es el reflejo de la misericordia de Dios. La capacidad de que todos y todo, hasta lo último, incluso lo más despreciable, sea capaz de enternecernos el corazón. ¿Es tu corazón así?
Por último, la lealtad traspasa los acuerdos, los negocios, los sentimientos. Jesús fue leal al proyecto del Padre hasta las últimas consecuencias. Mantuvo su fidelidad incluso cuando no comprendía nada. ¿Cómo es tu lealtad al Padre, a su proyecto?
Ahora que vas a leer de nuevo el evangelio, deja que las palabras de Jesús también te interpelen a ti. Deja que cuestionen si tus actos nacen de un corazón sincero y deseoso de agradar a Dios.
Dedica este último rato a compartir con Jesús. Preséntale tus deseos de ganar en misericordia, tu búsqueda de la justicia, tus momentos de lealtad, dialoga con Jesús con la confianza de quien se sabe hablando con un amigo.
Gloria al Padre,y al Hijo,y al Espíritu Santo.Como era en el principio,ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.

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