En Villateabrasas hacía un calor infernal en verano. Hacía tanto calor que hasta el agua de la ducha salía caliente, tanto que quemaba. Ni siquiera las piscinas eran una solución al calor, porque había tanta gente dentro que la temperatura subía hasta ser insoportable.
Las altas temperatura hacían que durante el verano Villateabrasas se paralizara completamente, porque nadie estaba a gusto con tanto calor. Así que nadie trabajaba y se quedaba en sus casas, a la sombra y enfriándose como podían.
Un año, en primavera, antes de que empezara a hacer tanto calor, el alcalde de Villateabrasas recibió un comunicado importante. El Primer Ministro iría a visitarles pronto. Tenía grandes proyectos para el lugar que, según contaba todo el mundo, era el más caluroso del mundo. Parecía que las posibilidades turísticas eran increibles con esas temperaturas. La visita se produciría en pleno mes de agosto.
El alcalde comunicó a todos los vecinos la buena noticia. A todos les pareció excepcional. Sin embargo, el alcalde planteó un problema:
-Queridos vecinos, tenemos que hacer algo para que el Primer Ministro pueda visitar el pueblo sin desfallecer por el calor.
-Tiene razón, señor alcalde -dijo uno de los vecinos-. Con el calor que hace, ¿quién tendrá el valor de salir siquiera a recibir al Primer Ministro?
-Yo tengo una idea -dijo otro vecino-. Construyamos una gran sombrilla que cubra el pueblo para que dé sombra.
-Y pongamos unos aspersores encima para que refresquen el ambiente -añadió otro vecino.
Entre todos fueron completando y diseñando la idea hasta dar con una solución perfecta para que los días de más calor fueran algo más llevaderos.
-Empecemos a trabajar entonces -dijo el alcalde-. Prepararemos los planos, compraremos los materiales y en un par de semanas empezaremos a trabajar. Queda poco para que el calor apriete.
Pero ese año el calor llegó antes de tiempo y, a los pocos días, las temperaturas empezaron a subir. Los vecinos se olvidaron de la gran sombrilla y empezaron a abastecerse para lo que parecía ser un largo verano sin salir de casa.
Así llegó el día señalado para la visita del Primer Ministro. Pero cuando este llegó a Villateabrasas no había nadie para recibirle y el calor era espantoso.
-Vámonos de aquí -dijo el Primer Ministro a sus acompañantes-. Esto parece un pueblo fantasma.
Y así fue como Villateabrasas se quedó como estaba.
-¡Qué lástima! -dijo el alcalde cuando llegó el otoño-.La idea de la sombrilla era fantástica. Un poco de esfuerzo y sacrificio hubieran bastado para cambiar nuestro futuro.
Y así se quedaron, pensando en lo que pudo ser y no fue.
Las altas temperatura hacían que durante el verano Villateabrasas se paralizara completamente, porque nadie estaba a gusto con tanto calor. Así que nadie trabajaba y se quedaba en sus casas, a la sombra y enfriándose como podían.
Un año, en primavera, antes de que empezara a hacer tanto calor, el alcalde de Villateabrasas recibió un comunicado importante. El Primer Ministro iría a visitarles pronto. Tenía grandes proyectos para el lugar que, según contaba todo el mundo, era el más caluroso del mundo. Parecía que las posibilidades turísticas eran increibles con esas temperaturas. La visita se produciría en pleno mes de agosto.
El alcalde comunicó a todos los vecinos la buena noticia. A todos les pareció excepcional. Sin embargo, el alcalde planteó un problema:
-Queridos vecinos, tenemos que hacer algo para que el Primer Ministro pueda visitar el pueblo sin desfallecer por el calor.
-Tiene razón, señor alcalde -dijo uno de los vecinos-. Con el calor que hace, ¿quién tendrá el valor de salir siquiera a recibir al Primer Ministro?
-Yo tengo una idea -dijo otro vecino-. Construyamos una gran sombrilla que cubra el pueblo para que dé sombra.
-Y pongamos unos aspersores encima para que refresquen el ambiente -añadió otro vecino.
Entre todos fueron completando y diseñando la idea hasta dar con una solución perfecta para que los días de más calor fueran algo más llevaderos.
-Empecemos a trabajar entonces -dijo el alcalde-. Prepararemos los planos, compraremos los materiales y en un par de semanas empezaremos a trabajar. Queda poco para que el calor apriete.
Pero ese año el calor llegó antes de tiempo y, a los pocos días, las temperaturas empezaron a subir. Los vecinos se olvidaron de la gran sombrilla y empezaron a abastecerse para lo que parecía ser un largo verano sin salir de casa.
Así llegó el día señalado para la visita del Primer Ministro. Pero cuando este llegó a Villateabrasas no había nadie para recibirle y el calor era espantoso.
-Vámonos de aquí -dijo el Primer Ministro a sus acompañantes-. Esto parece un pueblo fantasma.
Y así fue como Villateabrasas se quedó como estaba.
-¡Qué lástima! -dijo el alcalde cuando llegó el otoño-.La idea de la sombrilla era fantástica. Un poco de esfuerzo y sacrificio hubieran bastado para cambiar nuestro futuro.
Y así se quedaron, pensando en lo que pudo ser y no fue.
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