Melenitas era una perrita muy bonita y coqueta que tenía un hermoso pelaje. Melenitas tenía el pelo largo y suave, de varios colores castaños combinados con una gracia natural que a todos fascinaba. En la cabeza, la perrita Melenitas lucía un hermoso lazo rosa que resaltaba aún más su belleza.`
Todos los días, Melenitas paseaba por el barrio luciendo palmito para que todos admiraran lo guapa que era y lo bien que se movía. A todo el mundo le encantaba ver pasear a la perrita Melenitas, siempre simpática y alegre.
Por la tarde, la perrita Melenitas volvía a su casita, tomaba un buen plato de comida para perros y roía su hueso favorito antes de irse a dormir. Melenitas sabía que para estar guapa y sana hay que comer bien y dormir mucho.
Un día algo extraño pasó. La perrita Melenitas no salió a dar su habitual paseo. Los vecinos del barrio se extrañaron al no ver a Melenitas, pero no le dieron mucha importancia.
-Habrá decidido pasear por calles nuevas -pesaron unos.
-Estará de vacaciones con sus amos -pensaron otros.
Pero los días pasaron y la perrita Melenitas seguía sin aparecer. La gente del barrio estaba muy preocupada, así que se organizaron para buscarla. Los días no eran iguales sin disfrutar de la belleza, la gracia y la simpatía de la perrita Melenitas.
Los perros del barrio también organizaron su propia patrulla de búsqueda. Fortachete, el perro policía, se puso al frente del equipo. Fortachete no era muy grande, pero sí muy fuerte y valiente.
-Fortachete, pareces muy interesado en encontrar a Melenitas -dijo una de las perritas al perro policía, un poco celosa .
-Soy el perro policía, es mi trabajo encontrar a los desaparecidos -respondió Fortachete.
-Ya, ya, no disimules, que todos hemos visto cómo te mira la perrita Melenitas -dijo uno de los perros, un poco celoso de que Melenitas no le hiciera a él tanto caso como a Fortache.
-Si no queréis ayudarme iré yo solo -dijo muy serio Fortachete.
-Te ayudaremos. Melenitas es nuestra amiga -dijeron los perros.
Los perros se organizaron en parejas para buscar a la perrita Melenitas y se repartieron el barrio por calles. Fortachete explicó a todos el plan:
-Antes de que caiga el sol todos volveremos aquí. Si Melenitas aparece, uno del grupo se quedará con ella y el otro volverá para informar a los demás para que vayamos al rescate.
Todos los perros salieron en busca de Melenitas, pero al caer el sol ninguno la había encontrado. Fortachete estaba preocupado y no podía disimular su tristeza.
-Vayamos a la puerta de su casa -dijo uno de los perros-. Aullaremos hasta que los dueños de Melenitas nos den una respuesta o una pista.
Y así lo hicieron. Todos los perros del barrio se sentaron en la puerta de la casa de la perrita Melenitas y empezaron a aullar. Entonces se abrió la puerta. Pero no salieron los dueños de la perrita, sino la propia Melenitas.
-Shsss, callaos, que vais a despertar a todo el mundo -dijo Melenitas.
Al verla, todos los perros suspiraron de alivio. Fortachete se acercó. Sin darle tiempo a decir nada, Melenitas se acurrucó en él.
-Pasad, tengo algo que enseñaron a todos -dijo la perrita Melenitas.
Todos los perros pasaron al jardín de la casa. Allí había seis perritos pequeñitos todos arremolinados durmiendo como angelitos perrunos.
-¡Cachorros! -dijeron todos los perros.
-Vaya Fortachete, parece que has sido papá -dijo un perro.
Desde entonces, la perrita Melenitas pasea orgullosa junto a sus hijitos y a su compañero Fortachete, con la gracia y simpatía de siempre.
Todos los días, Melenitas paseaba por el barrio luciendo palmito para que todos admiraran lo guapa que era y lo bien que se movía. A todo el mundo le encantaba ver pasear a la perrita Melenitas, siempre simpática y alegre.
Por la tarde, la perrita Melenitas volvía a su casita, tomaba un buen plato de comida para perros y roía su hueso favorito antes de irse a dormir. Melenitas sabía que para estar guapa y sana hay que comer bien y dormir mucho.
Un día algo extraño pasó. La perrita Melenitas no salió a dar su habitual paseo. Los vecinos del barrio se extrañaron al no ver a Melenitas, pero no le dieron mucha importancia.
-Habrá decidido pasear por calles nuevas -pesaron unos.
-Estará de vacaciones con sus amos -pensaron otros.
Pero los días pasaron y la perrita Melenitas seguía sin aparecer. La gente del barrio estaba muy preocupada, así que se organizaron para buscarla. Los días no eran iguales sin disfrutar de la belleza, la gracia y la simpatía de la perrita Melenitas.
Los perros del barrio también organizaron su propia patrulla de búsqueda. Fortachete, el perro policía, se puso al frente del equipo. Fortachete no era muy grande, pero sí muy fuerte y valiente.
-Fortachete, pareces muy interesado en encontrar a Melenitas -dijo una de las perritas al perro policía, un poco celosa .
-Soy el perro policía, es mi trabajo encontrar a los desaparecidos -respondió Fortachete.
-Ya, ya, no disimules, que todos hemos visto cómo te mira la perrita Melenitas -dijo uno de los perros, un poco celoso de que Melenitas no le hiciera a él tanto caso como a Fortache.
-Si no queréis ayudarme iré yo solo -dijo muy serio Fortachete.
-Te ayudaremos. Melenitas es nuestra amiga -dijeron los perros.
Los perros se organizaron en parejas para buscar a la perrita Melenitas y se repartieron el barrio por calles. Fortachete explicó a todos el plan:
-Antes de que caiga el sol todos volveremos aquí. Si Melenitas aparece, uno del grupo se quedará con ella y el otro volverá para informar a los demás para que vayamos al rescate.
Todos los perros salieron en busca de Melenitas, pero al caer el sol ninguno la había encontrado. Fortachete estaba preocupado y no podía disimular su tristeza.
-Vayamos a la puerta de su casa -dijo uno de los perros-. Aullaremos hasta que los dueños de Melenitas nos den una respuesta o una pista.
Y así lo hicieron. Todos los perros del barrio se sentaron en la puerta de la casa de la perrita Melenitas y empezaron a aullar. Entonces se abrió la puerta. Pero no salieron los dueños de la perrita, sino la propia Melenitas.
-Shsss, callaos, que vais a despertar a todo el mundo -dijo Melenitas.
Al verla, todos los perros suspiraron de alivio. Fortachete se acercó. Sin darle tiempo a decir nada, Melenitas se acurrucó en él.
-Pasad, tengo algo que enseñaron a todos -dijo la perrita Melenitas.
Todos los perros pasaron al jardín de la casa. Allí había seis perritos pequeñitos todos arremolinados durmiendo como angelitos perrunos.
-¡Cachorros! -dijeron todos los perros.
-Vaya Fortachete, parece que has sido papá -dijo un perro.
Desde entonces, la perrita Melenitas pasea orgullosa junto a sus hijitos y a su compañero Fortachete, con la gracia y simpatía de siempre.
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