Domingo X tiempo ordinario
5 de Junio de 2016
5 de Junio de 2016
• 1Re 17, 17-24 narra cómo el profeta Elías resucita al niño de una viuda que le hospeda. Le pide al Señor Dios que los despierte. Y el niño resucita.
• Salmo 29 se compuso como un canto de agradecimiento al Señor al Señor por haber curado a un enfermo grave..
• Ga 1, 11-19 San Pablo nos cuenta los primeros momentos tras su conversión y cómo conoció a los apóstoles Pedro y Santiago. Ratifica que su conversión fue una elección sobre él de Dios, por medio de su Hijo, Jesucristo.
• Lc 7, 11-17 Es el relato de la resurrección del hijo único de la viuda de Naín. Nos muestra cómo Jesús se conmovía y actúa para devolver la alegría a los afligidos.
Los textos de este décimo domingo del tiempo ordinario parece que nos hablan de la vida y la muerte. La primera lectura, en consonancia con el evangelio, narra la vuelta a la vida de un niño, en el evangelio el hijo de la viuda de Naín. Dos lecturas que hablan del poder de Dios, de la capacidad de dar vida. Pero no hemos de quedarnos en una lectura superficial, la carta de Pablo nos pone en otra órbita, habla de las escenas de muerte interior, que son oscuridad en nuestra vida, hasta que nos dejamos alumbrar por la Luz de Dios -por su elección- y nos hace especiales para Él.
Nos acercamos al texto del evangelio
Los verbos son importantes en el evangelio, ellos nos dicen la situación y cómo estaban los personajes antes de que sucediera lo que Lucas nos quiere narrar. Jesús iba de camino con sus discípulos y mucho gentío. La predicación del Reino de Dios es itinerante y son muchos los que se sienten llamados a ella. En el momento de entrar a la ciudad se encuentran con otro grupo, esta vez un grupo funerario. Jesús se percata de este grupo, al igual que el resto de los que le acompañan, pero Jesús ve un poco más allá, siente el dolor de la mujer por la pérdida de su hijo. Pero no por la muerte en si, ella es viuda, con la pérdida de su hijo se acaban los recursos para ella, pasará a ser pobre en una sociedad que no atiende a las viudas. Jesús siente lástima de esta situación, muchos vieron al grupo que venía del entierro, solo Jesús se percata de la gravedad de la situación.
Jesús entra en acción -se acerca, lo toca y le dice- ante lo que está pasando hay que moverse, estar dinámico. Es entonces cuando el chico se incorpora y empieza a hablar -un verbo también de acción-. De la muerte viene la vida.
Todos daban gloria a Dios, los de un grupo y otro, como el final de una gran sinfonía en la que se mezclan los coros. Todos quedaron sobrecogidos, ambos grupos, destaca el evangelista. Nadie puede permanecer indiferente ante lo que se acaba de contemplar.
Notas para la homilía
Sabemos de sobra que vivimos en medio del desencanto general. Vivimos muchas situaciones de muerte, complicadas, que como grupo humano nos llevan al lloro; paro, crisis, terrorismo, políticos corruptos, cristianos perseguidos, niños que mueren en las fronteras que se cierran, hambre,… El llanto de las situaciones de muerte es constante, a nosotros nos queda decidir en cual de los dos grupos del evangelio nos situamos; bien en el grupo de los seguidores de Jesús que proclama el Reino de forma dinámica, bien en el grupo de plañideras que acompaña a la viuda y lo ve todo negro.
Son dos actitudes diferentes ante la vida, las dos humanas, ni mejor ni pero, es como somos.
Sea como fuere en el grupo que elijamos hemos de reconocer la presencia de Dios en nuestra historia, ambos grupos quedaron sobrecogidos ante lo que sucedió y daban gloria a Dios, Pablo descubrió a Dios en su vida y abandonó su vida de perseguidor, hemos de leer la historia desde Dios. Hemos de proclamar y gritar que ¡DIOS NOS HA VISITADO! ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
• En medio de la desesperanza y del dolor nos muestra la oración como camino de serenidad.
• En la Eucaristía sentimos que Cristo es la fortaleza que necesitábamos en medio del vendaval de la vida.
• En la muerte de un ser querido por la fe sabemos que hay una respuesta más allá del fracaso aparente.
Con el evangelio en la mano no podemos decir que todo está perdido. Nos acordamos de los jóvenes que no tienen futuro, de las niñas y las mujeres que han sido abusadas, de los niños soldado, de los ancianos que han sido engañados,… son muchas las situaciones de dolor, pero como grupo humano, como Iglesia, como comunidad podemos gritar que ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO! No podemos contemplar la realidad –el dolor- y dejar que pase a nuestro lado, hemos de ponernos en acción, hacer algo por paliarlo, pero sobre todo dejarnos impresionar por el poder de Dios que actúa en nosotros y en los demás, dejarnos sobrecoger porque Dios nos ha visitado.
Jota Llorente, sdb
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