03 junio 2016

Domingo 5 junio: Homilías



1.- UN DIOS LIBERADOR

Por José María Martín OSA

1.- Triunfa la vida. El relato del evangelio tiene una estrecha relación con la primera lectura. Dos personajes se encuentran en una situación similar. Dos viudas que pierden a sus únicos hijos y dos desenlaces similares: el hacer revivir a los jóvenes. Las lecturas de hoy son un canto a la vida. Dios quiere la vida, por eso devuelve la respiración al hijo de la señora que había hospedado en su casa. Al profeta Elías. Jesucristo se enfrenta a la muerte y la vence. El hijo de la viuda de Naín vuelve a la vida. Es un reto, el de vencer a la muerte, al que Cristo no se ha resistido nunca. No en vano, Él dijo que había venido para que los hombres tuvieran vida y la tuvieran abundantemente. Esta vida que Cristo traía y quería no es solo una vida del más allá, sino también una vida de acá, una vida en el mundo pensado y creado para todos los hombres y en donde todos los hombres tienen derecho a encontrar su hogar. Trabajar en favor de la vida es un reto de nuestro mundo a todos los hombres de buena voluntad. Es un reto para todos los cristianos.


2.- Al servicio de la misericordia. Jesús con su propia autoridad devuelve la vida al joven y a su madre, cuya viudedad significaba su muerte social. El poder de Jesús es fuente de Vida para las personas. No consagra las pautas humanas que a tanta gente impiden hoy desenvolverse como personas, e incluso vivir, y vivir dignamente. Jesús, en su actuación, hace presente a Dios. Dios se presenta con una actitud benigna, es un Dios que se enternece por la situación negativa a la que los hombres reducimos a muchas personas, que denuncia nuestra inhumanidad y nos llama a superarla, porque ya ha comenzado El a realizar los signos de que ese nuevo mundo que podemos hacer ya ha iniciado. Es un Dios más humano que los propios hombres. Todo se convierte en una gran pregunta para cada comunidad y persona cristiana. ¿Dónde están nuestros signos que demuestren nuestra aportación al crecimiento de este nuevo mundo?

3.- Dios libera y salva. Esta es la gran noticia que tenemos que divulgar. Los primeros versículos del evangelio de hoy giran en torno a la madre viuda. La muerte de su hijo es, en realidad, su propia muerte: ella será, a lo sumo, sujeto de compasión y de limosna, pero desde ahora carece de identidad; sin su hijo varón no es nadie. Por eso, la atención del autor no se centra en el milagro físico, sino en la viuda. Cuando recalca al final "y se lo entregó a su madre", Lucas no quiere indicar simplemente un delicado gesto humanitario de Jesús; su intencionalidad es más profunda: Jesús restituye y hace posible la identidad personal que los ordenamientos humanos imposibilitan y a veces niegan. Este es el Reino de Dios, el nuevo ordenamiento humano que Jesús trae de parte de Dios. La parte final del evangelio muestra el modo en que los presentes así lo captan y lo manifiestan. Está teniendo lugar una visita importante: Dios, por medio de su Profeta, que es el Hijo de Dios, "ha venido a liberar a su pueblo". En razón del visitante la visita resulta sobrecogedora. No se trata del miedo psicológico, sino de ese contener sobrecogido la respiración al caer en la cuenta de la categoría del visitante. Es uno de los aspectos característicos de la experiencia religiosa bíblica. Dios libera y salva, esta es la gran noticia que tenemos que experimentar y difundir nosotros por todo el mundo. Por eso cantamos con el Salmo 29: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.

2.- JESÚS SE CONMUEVE ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS POBRES

Por Gabriel González del Estal

1.- Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: no llores. Que Jesús sufre y se conmueve interiormente ante el sufrimiento de los que sufren es un dato comprobable en cada uno de los cuatro evangelios canónicos. Pero la conmoción de Jesús ante el sufrimiento no se queda sólo en eso, en conmoción interior; su sufrimiento interior le impulsa a la acción. La mayor parte de los milagros de Jesús son el fruto, la consecuencia externa de su conmoción interior. Esto debe hacernos pensar a los cristianos que no nos basta con apiadarnos interiormente de los que sufren, debemos pasar a la acción. ¿Cómo? Haciendo todo lo que podamos para remediar esa situación de dolor, para evitar las causas de ese sufrimiento. El que se compadece del pobre, o del enfermo, o del marginado social, pero no hace nada para arreglar de la mejor manera que sepa y pueda esa situación de dolor y sufrimiento, realmente no está haciendo nada por el pobre, o por el enfermo, o por el marginado social. La mayor parte de las veces, por supuesto, nosotros no podremos, por nosotros solos, arreglar tantas situaciones de sufrimiento como vemos en la sociedad, pero también es verdad que la mayor parte de las veces sí podremos contribuir de alguna manera a solucionar, o, al menos, a aliviar en parte alguna situación injusta de dolor o sufrimiento ajeno. Con nuestra limosna, o con cualquier otra ayuda que podamos dar, directamente nosotros, o a través de organizaciones sociales caritativas. El que de verdad quiere ayudar, siempre encuentra alguna manera de hacerlo. Jesús tampoco arregló el mundo de dolor e injusticia en el que vivía, pero consiguió de manera importante a que se arreglara, al menos en casos particulares. Tratemos nosotros, los cristianos, de hacer lo mismo.

2.- El dolor de las viudas de Naín y de Sarepta. Tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, las viudas son personas especialmente pobres y desgraciadas, porque tienen muchas dificultades económicas y sociales para poder vivir con dignidad. Por esto mismo, las viudas, casi al igual que los enfermos, o los huérfanos, son personas especialmente queridas por Jesús. En el evangelio de hoy, vemos cómo Jesús se compadece de la viuda de Naín y le devuelve a la vida a su hijo único, al que ya llevaban a enterrar. Jesús no hace este milagro para impresionar a la gente, aunque consiga hacerlo, sino porque se conmueve ante el dolor de la madre viuda. Jesús sabe lo que significa para una madre la vida de su hijo único y su corazón le pide que no deje desamparada a la pobre viuda. La grandeza del milagro de Jesús es fruto directo de la grandeza de su corazón compasivo y misericordioso. En este tiempo en que tanto hablamos de los refugiados, como personas especialmente desamparadas, los cristianos debemos sentir compasión por estas personas, y nuestra compasión debe llevarnos a la acción, ayudando como mejor podamos a resolver esta situación. En la lectura del libro de los Reyes se nos cuenta el problema de la viuda de Sarepta, que veía morirse a su hijo. El profeta Elías actúa también lleno de compasión y cura al hijo de la señora de la casa. El profeta Elías, como el profeta Eliseo, son profetas muy significativos en la historia del pueblo de Israel. Lucas, en su evangelio, tiene un interés especial en decirnos que también Jesús fue reconocido como un gran profeta por la gente que le seguía. Por eso nos dice que el pueblo, sobrecogido, daba gloria Dios, reconociendo que Jesús era el gran profeta que Dios había enviado a su pueblo. Actuemos también nosotros con compasión y misericordia ante el dolor y la desgracia de las personas, porque, si lo hacemos así, es seguro que también a nosotros la gente nos verá como auténticos discípulos de Jesús y dará gloria al Dios en el que creemos.

3.- Os notifico, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Estas palabras de Pablo, en su Carta a los Gálatas, son importantes para entender y valorar en su justa medida todo el pensamiento y el mensaje paulino. Pablo no conoció personalmente a Jesús y su conversión al cristianismo no fue fruto de la predicación directa de ninguno de los apóstoles, sino de “una revelación de Jesucristo”. Esta revelación de Jesucristo es la que da Pablo una seguridad inquebrantable y una fe en el Mesías que le dará fuerza y valentía para predicar y vivir esta fe, sin desanimarse, hasta el final de su vida. Él se considera auténtico apóstol de Jesucristo, porque sabe que habla en su nombre y por inspiración divina. Él se considera como el rostro y la palabra de Jesús; por eso llegará a decir que es realmente Cristo el que vive en él. Pidamos nosotros a Jesús que aumente siempre nuestra fe en él y que nuestra fe en él, en Jesucristo, nos dé fuerza para intentar vivir como él vivió, con un corazón compasivo y lleno de misericordia hacia las personas que sufren.

3.- LA MUERTE VOLVIÓ A SER VENCIDA

Por Antonio García-Moreno

1.- AMOR MATERNO.- La muerte adquiere siempre los acentos del dolor y de las lágrimas. Pero en ocasiones esos acentos tristes y sombríos tienen una mayor intensidad. Quizás llegan a su punto álgido en el caso de la muerte de un hijo único. Por eso, con razón se da en algunos lugares a la Virgen el título de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Ella, en el Calvario, fue testigo de la agonía dolorosa de su único hijo, el mejor de los hijos que han nacido y que nacerán. Ese profundo dolor de corazón materno es también, sin duda, lo que conmovió a Jesús cuando contempló a la pobre viuda de Naín, caminando a duras penas junto al féretro de su hijo muerto. En esta misma línea de dolor materno está Mónica que, a fuerza de muchas lágrimas y oraciones, obtuvo de Dios no sólo la conversión de su hijo Agustín, sino también la gloria de que llegara a ser uno de los santos más apasionados y clarividentes de la historia.

En este pasaje es una sunamita piadosa la que había recibido el don entrañable de un hijo, muy querido además porque le había nacido cuando ya había perdido toda esperanza de poder ser madre. Pero aquel hijo se puso enfermo y murió. El sufrimiento de aquella mujer fue muy intenso, su pena inconsolable. El único consuelo posible era recobrarlo vivo. Llevada de su fe y de su esperanza acudió al profeta de Dios. Ella creía firmemente que quien milagrosamente le había dado aquel hijo, de la misma forma se lo podría devolver.

Qué gozo tan grande experimentaría aquella mujer al ver de nuevo la sonrisa de su hijo, al oírle pronunciar el nombre de madre. Todo el sufrimiento pasado fue superado con creces con la alegría de entonces. Su hijo vivía... Una historia conmovedora que nos ha de hacer reflexionar en lo que supone el amor materno, y también persuadirnos de que la oración y las lágrimas conmueven el corazón de Dios. También cuando todo parece perdido. También cuando la muerte nos haya arrebatado de junto a nosotros a quien tanto hemos querido. Al fin y al cabo Dios puede devolver la vida, lo mismo que la concedió. Y, sobre todo, puede dar esa otra Vida, la verdadera, a quien quizá esté penando por no tenerla.

Fe en el poder divino para dirigirse al Señor con la misma intensidad y confianza con que lo hace esta mujer y también el profeta Elías. Esperanza para pedir lo imposible. Amor profundo para sentir en la propia carne el dolor ajeno, para dar a nuestra oración los acentos más fervientes, para acudir sin desmayos, cuantas veces sea preciso, a quien puede y quiere atender nuestra petición.

2.- CORAZÓN DE DIOS.- Apenas hemos dejado el ciclo pascual, el tiempo litúrgico dedicado a recordar la Resurrección de Cristo, cuando de nuevo la muerte sale a escena. A la salida de Naín un cortejo fúnebre caminaba tristemente. Un muchacho reposa inerte en el féretro, el hijo único de su madre viuda que llora inconsolable por tan dolorosa pérdida. Es un cuadro penoso de lamentos y cantos fúnebre que se abre ante Jesús y los suyos, al pasar por el camino.

Entonces ocurre lo que tantas otras veces: Jesús sé estremece de compasión ante el sufrimiento del hombre. Este sentimiento de pena y compasión se expresa en el texto original griego con el verbo “splachnízomai”. Se usa doce veces en el Nuevo Testamento y el sujeto siempre es Jesús, menos en tres ocasiones en las que el sujeto es el personaje de una parábola que le representa a Él o al Padre. Así se habla del buen samaritano que se compadece del hombre herido, o del señor que perdona la deuda a su siervo llevado por la compasión, o del padre del hijo pródigo que lo recibe lleno de misericordia.

Es un dato quizá demasiado erudito que sin embargo, tiene un gran interés y valor para mostrarnos el amor infinito de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, presto a la misericordia y al perdón. Verdad ésta que ha de removernos profundamente a corresponder adecuadamente. Sería horrible que el amor y el perdón divino nos sirviera para ofenderle más -como es tan bueno... - y no para sentir dolor ante la menor ofensa que podamos inferir a quien tanto nos quiere.

Estamos en el mes de junio, mes que la Iglesia dedica a la devoción del Corazón sacratísimo de Jesús, llamada de urgencia a una vida de entrega gozosa. Renovemos nuestros deseos de ser fieles a esa amistad entrañable, fortalezcamos nuestro espíritu en la confianza que ha de inspirarnos el Corazón de Cristo, traspasado por el amor.

El relato evangélico nos refiere que Jesús resucitó al hijo de aquella pobre viuda y se lo entregó lleno de vida nuevamente. La muerte volvió a ser vencida por la fuerza irresistible del amor, y aquella derrota era una primicia que nos demuestra que también nosotros venceremos a la muerte con la fuerza de nuestra fe y nuestro amor. La gente se llenó de temor y glorificaba a Dios. También nosotros hemos de temer y venerar al Señor ante la firme persuasión de que Dios nos ama y se compadece siempre de nuestros sufrimientos y pesares.

4.- ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!

Por Javier Leoz

Iniciamos ya el ecuador de este Año de la Misericordia, de este mes de Junio en el que tenemos un recuerdo especial hacia el Corazón de Jesús. Atrás, pero con gran sabor en la boca e impacto en el corazón, han quedado las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Corpus Christi. Ahora, con el verano llamando a nuestras puertas, el Señor, se acerca, nos habla y nos dice: ¡Levántate!

1.- En medio del desencanto general es agradece una voz, también una mano, que nos invite a seguir hacia adelante. El llanto de la humanidad es una constante y, ante esa realidad, los cristianos, los amigos de Jesús hemos de ser ese pañuelo que enjuga lágrimas y, esa voz, de los que no tienen voz.

No tenemos porqué ser pesimistas pero, tampoco, ilusos optimistas. El Señor, en la época que nos toca padecer (y también sufrir) nos enseña que la fe se hace más consistente en periodo de prueba. Un puente, recién construido, demuestra su fortaleza y su consistencia cuando –como prueba final- aguanta cierto tonelaje sobre sus cimientos.

Al escuchar el evangelio de este día no podemos menos que exclamar a los cuatro vientos: ¡DIOS NOS HA VISITADO! ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!

-Nos visita cuando, en medio de la desesperanza, nos muestra la oración como camino de serenidad

-Nos visita cuando, al participar en la Eucaristía, sentimos que Cristo es el Agua Viva que necesitábamos para ser fuertes en medio del vendaval de la vida

-Nos visita cuando mueren, externamente, personas a los cuales estábamos unidos pero que, por la fe, sabemos que hay una respuesta más allá del fracaso aparente.

2.- Hace algún tiempo, el Papa Francisco, nos recordaba que el gran inconveniente para permitir que Jesús nos levante es la “fascinación por lo provisional”. Y, eso, es cierto. Lo provisional, el endiosamiento de todo lo aparente, es un dique sólido que se interpone entre nosotros y Dios. Entre nuestras soledades y orfandades y la mano de un Señor que, siempre, sale a nuestro en nuestras horas más amargas. Las propuestas definitivas que nos hace Jesús chocan de lleno con aquellos otros pasteles de merengue o azúcar que nuestro entorno nos presentan en el escaparate del bienestar personal, familiar, político, económico o social.

Hoy, como ayer, Dios sigue actuando en persona. En millones de personas que, postradas en el suelo, sienten que la fe les levanta y les redime. ¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué no se divulga con tanta fuerza el bien como el mal? ¿Por qué la sordina se impone siempre a lo divino y eterno y, en cambio, se coloca amplificador a lo humano y caduco?

Hoy, con el evangelio en la mano, nos acordamos de tantas familias que ven a sus hijos muertos en vida (droga, alcohol, vida fácil, sensualismo, falta de horizontes, alejados de la práctica religiosa, sin fuerza vital porque, el futuro, no tiene nada que ofrecer…). A pesar de todo, los sacerdotes, los cristianos y la misma Iglesia siempre tendrá que repetir una y otra vez: ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO! Dios está aquí.

3.- ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!

Aunque, a simple vista te  parezca un fracaso,

sigue apostando por lo que  haces

Siembra amistad aunque  recojas rechazo

Sonríe a los que te rodean

aunque se queden perplejos  de tu felicidad.

¡NO  TODO ESTÁ PERDIDO!

Defiende aquellos valores  que sin ser aplaudidos

son cimientos de una nueva  sociedad

Cristo, no lo olvides,  necesita gente como tú:

gente que no esté muerta en  vida

Personas que, por defender  el cielo,

no les importe ser  perseguidas en la tierra

Corazones que, por amar sin engaño,

sean traspasados por la  ingratitud o el desprecio

Manos que, por dar sin  esperar,

permanezcan abiertas hacia  lo divino.

¡NO  TODO ESTÁ PERDIDO!

El Señor, aquí o allá,  siempre estará a nuestro lado

Saldrá en las horas amargas  a nuestro encuentro

Nos dará vida cuando,  aparentemente, estemos desgastados

Consuelo cuando, en nuestros  afanes, nos agarre el desconcierto

Esperanza cuando, al  sembrar, veamos que no hay fruto alguno

Ilusión cuando, al avanzar,  el pesimismo

sea alforja de nuestro duro  viaje.

¡NO  TODO ESTÁ PERDIDO!

El Señor, hoy y siempre, en  este Año de la Misericordia

nos dice: ¡A TI TE LO DIGO,  LEVÁNTATE!

De tu frialdad y cobardía,  de tu tristeza y de tu cerrazón

de tus caídas y de tus  combates, de tus ideas y debilidades

¡LÉVANTATE, HOMBRE O MUJER,  NIÑO O JÓVEN!

¡LÉVANTATE QUE, TODO, NO  ESTÁ PERDIDO!

5.- LA ALEGRÍA DE JESÚS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- La muerte sigue siendo ese paso tan difícil y tan indeterminado para todos nosotros. La muerte trae la pérdida de todas las funciones del cuerpo vivo y lo que va quedando del mismo se convierte en algo que nada que tiene que ver la vida. La muerte asola hoy muchos lugares de la tierra. Y las guerras, aun siendo todas muy crueles, algunas lo son especialmente. Ahí está por ejemplo el larguísimo conflicto de Siria.

2.- Es obvio que la muerte de un hijo, siempre tiene para los padres un contenido de enorme tragedia, porque no esperamos que se rompa el ritmo generacional que lleva la muerte. Y no es siempre la violencia la que trunca una vida joven, claro está. La enfermedad tampoco respeta el ritmo generacional y “engancha” mortalmente, también, a personas de cualquier edad y condición.

3.- La fe que nos transmitió Jesús nos dice, claramente, que la muerte no es un paso definitivo, que se trata solo de un paso que nos lleva a la Casa del Padre a vivir ya siempre con Él el sintiendo el reflejo de luz eterna y constante de su Rostro en nosotros. Esto es así, aunque a veces la realidad que nos circunda quiera desmontar la gran promesa que nos hizo Jesús de Nazaret

4.- Pongamos ahora en esas horas del relato de Jesús en las cercanías de Naín. El evangelista Lucas lo narra estupendamente: un auténtico gentío acompaña a Jesús en su camino. No sólo van con él sus apóstoles y discípulos más cercanos. Es una muchedumbre contenta y ruidosa, que, tal vez, entonaba los salmos adecuados para el camino, desde luego salmos alegres… que los hay. Y entonces se topan con un entierro. Aprecian, todos, una muy especial tristeza en ese cortejo. También conforma el sepelio un enorme gentío y eso hace que no sea difícil la percepción de la tragedia que contiene el acompañamiento de tanta gente en torno al cortejo que viene de Naín tras el ataúd. En efecto, se trata de una madre, viuda, lleva a enterrar a su hijo único…

5.- Jesús comprendió al instante el estado anímico con que se encontraba la madre que acababa de perder a su hijo. Pero también entendió la tristeza del acompañamiento que llevaba. Una viuda sin hijos en Israel era como una condenada a muerte en vida, porque si la mujer no era respetada socialmente, mucho menos lo eran las viudas. Los conciudadanos de Naín entendían perfectamente la gravedad del problema y de ahí que se convirtieran en triste muchedumbre que camina tras el féretro. Obviamente, lo duro del momento en que estaban viviendo esos habitantes de Naín, borró de inmediato la alegría, desbordante y sonora que traía el cortejo que acompañaba a Jesús.

6.- Y Jesús actuó. No pudo soportar ese cambio del ambiente: de la total alegría a la total tristeza. Se acercó a la viuda y con una sonrisa le pidió que no llorara. Inmediatamente hizo parar a los porteadores que llevaban el ataúd. Y ante la sorpresa de todos dijo en voz alta como para que le pudiera escuchar todo el mundo:

--¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

El relato de evangelista Lucas explica muy bien lo que ocurrió después: “el muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre”. Y sigue San Lucas diciendo que “todos sobrecogidos daban gloria a Dios”. Es decir que la tristeza se convirtió en salmos, cánticos y gritos de alegría, del mismo tono que aquellos que hace unos minutos entonaba la muchedumbre que acompañaba a Jesús de Nazaret. Y los dos grupos se fundieron en uno solo y entraron alegremente en la ciudad de Naín, ante el asombro generalizado de aquellos que no asistieron a la maravilla acontecida a las afueras.

7.- Jesús sintió toda su misericordia para con la viuda que había perdido un hijo, pero probablemente también se reveló contra esa circunstancia que había parado en seco la alegría de los suyos. Y luchó contra el sufrimiento de los que salían de Naín. Y actuó para que se recuperara la alegría. No sé, pero el mejor epílogo a este comentario bien ser que nosotros valoramos poco la alegría de Jesús y sus esfuerzos para conseguirla. Hay entre los católicos más partidarios de la gravedad de un entierro que de la alegría de una fiesta popular y eso es, casi, como dar la espalda a Jesús. Creo que hoy nos toca meditar un poco sobre la Alegría de Jesús. Y si lo conseguimos, si nos percatamos que nuestro Maestro era un ser profundamente alegre, aprenderíamos a vivir mejor.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

MUERTE, VIDA Y ESPERANZA

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Es paradójico que el hecho del que estamos más seguros que nos va a ocurrir, del que nadie se libra, no lo aceptemos con serenidad y quisiéramos siempre aplazarlo. La muerte es una realidad científicamente definida para actuaciones legales, sea sepultura o trasplantes, pero no deja de ser un misterio vivencial siempre

2.- Algunos, cuando pasamos los cincuenta, sabemos que ya hemos transcurrido por lo menos, la mitad de nuestra historia y aun así nos incomoda su proximidad. Encararnos a ella supone mucha serenidad, si uno es capaz de tenerla, o mucha Fe, si por don gratuito de Dios la tiene. Aun así la tememos. Como la temió el Señor.

3.- La muerte, en su dimensión de injusticia aparente, es el tema de la primera y tercera lectura de la misa de este domingo. El profeta Elías es el gran personaje de una extensa época. Es profeta, pero no escritor. Digo esto, mis queridos jóvenes lectores, porque aun ahora y entre nosotros, el tener publicados libros, viste mucho en su entorno y el que los tiene, con frecuencia se siente superior a los demás. No os voy a hablar de mí mismo a este respecto. (Misterio, emoción e intriga, para quien le interese)

4.- No voy a establecer comparaciones, ni paralelismos entre Elías y Jeremías, por ejemplo. Los dos son grandes, cada uno a su manera. Los dos profetas. Y a ninguno de los dos se les dio mando sobre un territorio o una comunidad. Alerta, pues, ya que creer que tener autoridad, capacidad de ordenar y prohibir, sea gran valor, alcance supremo. Cuando uno lee las listas de carismas que proporciona el texto sagrado, comprueba que el don de autoridad no ocupa el primer lugar, ni el segundo. Tenerla supone gran responsabilidad y riesgo. ¡Casi nada! En el Reino de los cielos se nos preguntará por nuestras obras, las puestas en práctica a favor de los pobres, no por la categoría social que hubiéramos podido tener.

5.- Ser profeta y ejercer esta misión supone valentía, aceptación del posible fracaso, tener que huir, si es preciso. El profeta Elías atesoró tales experiencias. Elías, en este caso, no lo hace, no huye. Se enfrenta. Reza. La resurrección del chico resulta prueba de que Dios asiste al que en Él confía. La buena mujer, que es buena, además de agradecida, es creyente.

6.- Pienso siempre, mis queridos jóvenes lectores, que probablemente soy el colaborador de www. betania.es que mejor conoce Tierra Santa. Aquel territorio que es llamado acertadamente, quinto evangelio. Soy consciente de ello, me responsabilizo y me gusta escribir de acuerdo con ello. De aquí que, siempre que puedo, describo los lugares donde acontece lo narrado en el texto. Que se proclama en la misa.

7.- El milagro de la resurrección de este joven ocurre en Naín. Estuve algunas veces allí. Recuerdo que la primera vez que visité el lugar era un pequeño villorrio. Una buena mujer musulmana guardaba la llave de la iglesia y nos la prestó amablemente. Según se me dijo, no había ni un solo cristiano en el pueblo. ¿Desagradecimiento por parte de los cristianos? Que se lo plantee quien pueda saber o encontrar solución.

8.- Me parece que no ha cambiado mucho la población. Leo que ahora ronda el medio millar de habitantes. Últimamente he pasado de largo, sin pararme, las casa se arropaban en torno a la iglesita. La tradición confirma la autenticidad evangélica del sitio, pero lo que da más firmeza son las ruinas y los sepulcros que hay. En Tierra Santa, como en tantos otros lugares, a una persona que afirma una cosa se la puede tildar de embustera, o se la puede suprimir, si conviene. Una sepultura, habla en silencio y nadie puede acallarla. Me gusta meditar allí pensando en su situación concreta. Desde Naín hasta Nazaret no llegará a haber 10km. El Señor divisaría su casa, pensaría en su madre que allí vivía. Aun hoy en día que ha crecido mucho el entorno, se distingue bien.

9.- En Naín una mujer viuda lloraba la muerte de su único hijo. Dentro de algún tiempo, de poco tiempo, otra mujer, su amada madre, también viuda y madre de un solo hijo, lloraría la muerte del suyo, de Él. El dolor de María era inevitable, si quería ser fiel a la misión que su Padre le había encomendado. El de esta buena viuda, sí que podía evitarlo. En la vida no se trata de soñar y alardear de grandes proyectos que nunca se podrán realizar. Hay que saber ser modesto. Hacer el bien cuando se presenta la ocasión. Hacer un pequeño bien, si es lo que está a mano. Jesús no desdeña la oportunidad. También cada uno de nosotros debe aprovechar cualquier ocasión. Que nunca se sabe el bien que uno hace, cuando hace el bien, afirma acertadamente el dicho. Aquel joven y su madre, a partir de entonces, pensarían en la muerte de una manera diferente. La temerían seguramente también, pero con esperanza. Es lo que a nosotros se nos pide.

HOMILIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

EL CORAZÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA: CRISTO

Por Javier Leoz

Celebramos una de las fiestas más entrañables y populares de nuestro calendario cristiano: el Sagrado Corazón de Jesús. Hoy, en este viernes siguiente al Corpus Christi, además primer viernes de mes, saltan de nuevo y con especial fuerza las entrañas de Jesús: su voluntad, su esencia, su poder, su pensamiento, su sensibilidad. ¡Cuántas cosas! ¡Pero cuántas, reflejan y simbolizan el Corazón de Jesús!

Todo lo que hizo Jesús nos conmueve, nos atrae y es objeto de admiración:

-Sus pies nos recuerdan los caminos emprendidos para encontrarse con el hombre…

-Sus ojos, entre otras cosas, nos seducen cuando nos miran con amor y hasta con persuasión: “sígueme”

-Sus lágrimas nos recuerdan nuestras traiciones, negaciones y deserciones….

-Sus manos, nos traen instantes de bendición y de entrega, montes de cruz y de pasión, lagos y llanuras de pan multiplicado y de fraternidad….

Pero ¿y su corazón? Su corazón es mucho más. Su corazón nos dice muchísimo más. Es la imagen más divina, la más certera y límpida, de lo que Jesús fue y pretendió: amor que se partía, amor que obedecía, amor que se humillaba, amor dado hasta la saciedad.

1.- La festividad del Corazón de Jesús nos lleva inmediatamente al encuentro con Dios. El sístole y el diástole de Jesucristo fue el cumplir la voluntad de Dios y hacerla visible a los hombres. Y, por ello mismo, entrar en el Corazón de Jesús es adentrarse en el Misterio de la Trinidad; es ponerse en las manos de Dios; es saber que, Dios, habita y actúa en Cristo.

El Corazón de Jesús es el corazón de Dios que ama. El Corazón de Jesús es un camino que nos lleva al encuentro con el Padre. El Corazón de Jesús nos empuja a amar con locura a Aquel que tanto Él amó: Dios.

¿Seremos capaces de ver el secreto de la vida del Corazón de Cristo? ¿No nos estaremos quedando en el simple concepto de “corazón” cuando, el de Jesús esconde, lleva y nos atrae con una fuerza poderosa y penetrada por el Misterio? ¿Es el Año de la Misericordia un motivo para fundirnos en el Corazón de Cristo?

¿Seremos valientes de meternos de lleno en el Corazón de Jesús y saber cómo son sus sentimientos para intentar que los nuestros vayan al mismo compás que los suyos?

2. -Decir “Corazón de Jesús en Ti confío” es saber que, Jesús, nos lleva hacia el Padre. Es comprender que sus miradas, afectos, deseos, pasión y vida, estuvieron totalmente capitalizadas y orientadas desde Dios.

Decir “Corazón de Jesús en Ti confío” es aproximarse a una fuente de la que brota algo, tan esencial como escaso en nuestro mundo y en las personas: amor desbordante. ¿De dónde viene? De Dios ¿Por qué brota? ¡Por amor! ¿Para quién? ¡Para el hombre!

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El viejo adagio “amor con amor se paga” cobra actualidad en este día. Contribuyamos con amor, el inmenso amor que el Corazón de Cristo nos entrega. Y, a la vez, le pidamos que nuestro latir sea el suyo, que nuestro vivir sea el suyo, que nuestro querer y voluntad sean las suyas. No podemos decir “Corazón de Jesús en Ti confío” y, a continuación, perder la paciencia cuando no hay proporción entre esfuerzo y cosecha o entre oración y respuesta.

En cuántos momentos preguntamos a los niños: Tú, ¿a quién quieres parecerte? Hoy, también a nosotros, pequeños en definitiva también, el Señor nos pregunta: ¿Quieres tener los mismos sentimientos de mi corazón? ¿Quieres amar como yo amo? ¿Quieres tener y descubrir a Dios como yo lo he descubierto y quiero? ¿Quieres obedecer aunque te cueste? ¿Quieres entregarte con ganas o sin ellas? ¿Quieres perdonar aunque te parezca que pierdas? ¿Quieres…quieres…quieres?

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. ¿Es nuestro corazón, en este Año de la Misericordia, de Jesús…o de otros señores?

¿CÓMO SOY CAPAZ, SEÑOR?

¿De no amarte cuando Tú,  tanto me amas?

¿Qué sientes, Corazón de  Jesús,

cuando el amor no es amado;

cuando el amor no es  correspondido:

cuando el amor es rechazado;

cuando tanto amor divino es  ridiculizado?



Corazón de Jesús:

Lleno de aquello que en el  mundo no se tropieza

Respuesta ante el  interrogante que nunca el hombre se hace

Mano que, en el surco de  cada jornada,

se hace necesaria e  imprescindible.

¡Dinos, Señor! ¿Qué se  siente?

Cuando ofreces y el hombre  mira hacia otro lado

Cuando eres Rey, y nosotros  nos apresuramos

a cabalgar y escapar en  carrozas y cortejos reales

que no van ni llegan a  ninguna parte

Cuando abres tu Corazón y,  ante el tesoro que él encierra,

preferimos la ceniza o la  polilla

a la que quedarán reducidos  nuestros capitales



¡Respóndenos, Corazón de  Cristo!

¿Qué sientes cuando tanto  regalo jamás es abierto?

¿A dónde miras cuando el  hombre a Ti no mira?

¿Cómo haces para amar, ante  tanta indiferencia?

¿En qué piensas, cuando  nuestros pensamientos

son tan superficiales e  interesados?

Sí, mi Señor: 

¡Cómo he sido capaz! 

¡Cómo somos capaces!

De no decirte “gracias” por  tantos bienes

De llenarme del agua de un  pequeño estanque,

cuando Tú eres la fuente de  un agua viva e inagotable

De haberte ofrecido un amor  superficial,

débil, inconstante, vacío,  raquítico y frío.

Señor, ahora entiendo todo. 

Sé que, ante Ti, jamás  triunfará el odio ni la mentira

Sé que, nuestras  deslealtades y desamores,

Jamás serán más grandes que  tu fidelidad y promesas

Sé que, tu corazón, sólo  sabe hacer eso: amar



Sé que, en tu corazón,  vibra, se mueve, habita,

brota, emerge, triunfa, se  desborda y se regala

el amor de Dios que viene de  Ti, lleva a Ti y al Padre.

Amén.      

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