Con este evangelio, celebramos la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo. Es el momento en que Jesús se eleva al cielo despidiéndose de sus amigos, y dejándonos la gran misión que todos los cristianos, hemos de cumplir: “predicar a todas las naciones (…) la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados”.
¿Cuándo nos alejamos de Dios?
Desde la creación del mundo, cuando nuestros primeros padres, Adán y Eva, pecaron. Y después, todo los días nos alejamos de Él, cuando cada uno de nosotros comete un pecado. Y un pecado no es otra cosa que, una falta de amor hacia Dios, hacia nosotros mismos, y hacia los que nos rodean.
¿Cómo regresar a Dios?
Reconociendo que le hemos fallado, arrepintiéndonos y pidiendo perdón. Con el sacramento de la confesión, Dios, a través del sacerdote, derrama su perdón sobre nosotros. Sólo tenemos que presentar nuestros pecados con sinceridad, humildad y buscando el mejor momento, para que podamos recibir un buen consejo.
Cada vez que corregimos el camino, disponiéndonos a ser mejores, es como si nos eleváramos un poco junto a Jesucristo, separándonos de las imperfecciones del mundo: pasando de la soberbia a la humildad; de la arrogancia a la obediencia; de la violencia a la paz; del egoísmo, al compartir…
¿Cuándo fue la última vez que me confesé? ¿Lo hice a profundidad, con un buen examen de conciencia?
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