MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid, en el Día del Amor, hermanos y hermanas, nuestra más bienvenida plena de amor y de fraternidad de una manera muy especial. Acudimos hoy al templo a festejar y adorar a Jesús Sacramentado. Es la máxima entrega por Amor de nuestro Maestro. Y es que el Cuerpo y la Sangre del Señor son su herencia y, además, su presencia indeleble, día a día, y todos los días. Si la Santa Misa, la Eucaristía, es fundamentalmente la aparición de Jesús, por la fuerza del Espíritu, en el pan y el vino que ofrecemos en el altar, hoy es el día en que recordamos muy especialmente ese Signo, que es nuestro gran alimento corporal y espiritual. La solemnidad del Corpus Christi se remonta a 1246, que comenzó a celebrarse en Lieja (Bélgica). Años después, en 1264, el Papa Urbano IV extendió la conmemoración por toda la cristiandad. También, hoy celebramos el “Día de Caridad”. Caridad es amor. Y hemos de afanarnos en el cuidado de nuestros hermanos que más lo necesitan, en lo espiritual y en lo material. Hoy, muy especialmente, hemos de procurar esas ayudas que tanta falta hacen en estos tiempos duros de severa crisis económica.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, que procede del Libro del Génesis, nos habla de la bendición por parte del Sacerdote Melquisedec a Abrahán. Melquisedec, sin origen, ni final, ya dispuso que el sacrificio fuese pan y vino: como hacemos nosotros hoy.
S.- En el salmo 109 aclamaremos también a Melquisedec. Los judíos contemporáneos de Jesús utilizaban este salmo como esperanza en la llegada del Rey y Mesías que, como Melquisedec, no tenía principio ni fin, ni depende de ninguna investidura humana, como el Mesías esperado. También desde muy el principio la Iglesia relacionó a Melquisedec con el Mesías, con el Señor Jesús.
2.- Y en la segunda lectura escucharemos el fragmento de la Primera Carta a los Corintios en la que Pablo nos ofrece el documento más antiguo sobre la consagración en la Ultima Cena. Y, ayer y hoy, forma parte de la oración que proclama el sacerdote durante la Consagración.
3.- El evangelio, de San Lucas, nos narra la multiplicación de los panes y de los peces, que es alimento milagroso que Jesús dio a quienes más lo necesitaban. Y es lo que nosotros recibimos en la Eucaristía el Cuerpo y la Sangre de Cristo como alimento de vida eterna.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Una semana más ofrecemos esta plegaria del padre Leoz, seleccionada especialmente para estos momentos finales de la Eucaristía del Corpus Christi
¡NO DEJES DE SALIR, SEÑOR!
Aquí tienes nuestros corazones: haz de ellos una patena
Aquí tienes nuestras mentes: haz de ellas un altavoz
Aquí tienes nuestras manos: haz de ellas una carroza
Aquí tienes nuestros ojos: haz de ellos dos diamantes
Aquí tienes nuestras almas: haz de ellas el oro de tu custodia
Aquí tienes nuestros cuerpos: haz de ellos las más auténticas
custodias que nunca se cansen de anunciar por todo el mundo
que sigues viviendo y permaneciendo eternamente presente
en el gran milagro de la eucaristía.
¡No dejes de salir, Señor! ¿Nos dejas acompañarte?
Exhortación de despedida
Saber que Jesús nos acompaña desde el Sacramento, desde el Sagrario, en todos nuestros quehaceres y esfuerzos diarios colma nuestra esperanza. Es la obra de amor de quien quiso morir pos nosotros para nuestra salvación.
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