Y cuando huía desesperanzado, me hiciste volver sobre mis pasos.
“¡Es verdad: ha resucitado el Señor!”.
Me hiciste volver lleno de gozo al grupo de mis hermanos,
para unirme de nuevo a ellos y celebrar todos juntos
la alegría de la PASCUA: celebrar tu presencia, Señor, entre nosotros.
Porque sigues bendiciendo el pan, partiéndolo, dándote a ti mismo
y siendo el centro de nuestra comunidad, que contigo resucita.
Son la vida, la fraternidad y la esperanza lo que celebramos.
Otra vez la vida, la inocencia, la verdad, la luz.
Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo;
una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva
y recién hecha del día supremo de tu Resurrección.
Sí, que el Amor y la Vida sean la última palabra en el libro de la historia
de todos los pueblos de la tierra, porque hemos nacido para el amor, amén!
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven
(Tomado de Aleteia)
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