12 marzo 2016

El que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra


Fake Bible Verses: June 2011

¡Cómo me sorprende, Jesús, esta escena! ¡Qué lecciones me das, qué aprendizaje del perdón y de la misericordia! Cuando veo a esta pobre mujer que como humana ha caído, cuando veo cómo la juzgas, cómo la ves, cómo la quieres, cómo la perdonas, y cuando veo a estos escribas y fariseos que quieren apedrearla, que quieren cumplir la ley malamente, haciendo daño a esta pobre mujer… me impresiono y aprendo lo que tengo que aprender hoy, Jesús: la gran lección de la misericordia frente al mal, frente a la pobreza del pecado de la debilidad humana.

Esta pobre mujer, Jesús, que ha sido sorprendida en adulterio, que como una más, cae, me ayuda mucho a identificar también nuestras realidades humanas. Todos caemos, yo caigo, todo el mundo cae. Pero ¡qué distinta manera de ver este mal!: analizarlo, magnificarlo, condenarlo… a justificarlo, perdonarlo, como Tú. ¡Me sorprende tanto todo! Observo tranquilamente y en reposo y en silencio cómo Tú actúas frente al mal: miras a la mujer, miras a estos fariseos y lo único que actúa es tu corazón misericordioso. Esta pobre mujer cree que va a ser dilapidada, pero Tú, Jesús, no actúas así. Primero te quedas en silencio; ese silencio que impresiona tanto a esta mujer y me impresiona a mí y a estos fariseos. Luego escribes… no sabemos qué, pero estarías ahí poniendo palabras de amor, palabras de perdón. Y lo que más me impresiona: “Mujer, Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más”.


¡Qué realidad tan grande es esta escena con el paralelo de nuestra vida y de mi vida! Cuántas veces mis juicios, mis condenas, mi forma de no amar, mi intolerancia, mi pronto acusar, mi pronto a decir los defectos… actúo como estos fariseos. Pero Tú, Jesús, no eres así. Actúas en el camino del amor, en el camino del perdón, y no quieres ni críticas, ni descalificaciones… nada. “Anda y en adelante no peques más”.

Éstas son las grandes lecciones del amor: Tú, en forma de Padre, que perdona a este hijo pródigo, a esta mujer; y yo, que soy una persona limitada, que caigo, pero que también juzgo, y que soy como estos fariseos. Me dices: “No, tu actuación no es buena, no es conforme a mi corazón. Acoge, ama, dignifica, reconcilia, anima, alienta, ayuda al caído a salir de su error, a decirle: «Venga, anda, no peques más»”. El camino del Evangelio, el camino de tu corazón es bien distinto. El amor es el que es capaz de entender, de querer, de perdonar y de comprender al otro.

¡Qué lección tan grande, Jesús, para mí, hoy! ¡Qué lección tan profunda! Cuando terminamos ya este ciclo de Cuaresma y empezamos muy prontito ya tus escenas de Semana Santa, me ayudas a aprender a no juzgar, a no condenar, a amar. ¿Cuántas veces soy como la adúltera, Jesús, y cuántas veces me dices “Anda, vete, no peques más”? Pues lo que Tú haces conmigo, que lo sepa yo hacer con los demás. Y te lo pido, Jesús, de todo corazón hoy, y te doy gracias por esta gran lección. Quiero repasarla otra vez, ponerme en el papel de esta mujer y ver cara a cara tu mirada con la mía, mi vergüenza con tu misericordia. Ayúdame a cambiar y a convertir este pobre corazón que sólo se fija en el mal y que no se da cuenta… que no comprende el perdón.

Se lo pido a tu Madre, para que me ayude también y que vaya también a intercederte a ti por este corazón mío. Para que aprenda a disculpar y a amar y que aprenda a ver todas las formas de amor, todas las formas de perdón y todas las formas de misericordia. “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”… “Yo tampoco te condeno”… “Anda y no peques más”…

El que esté sin pecado que tire la primera piedra.

Francisca Sierra Gómez

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