04 marzo 2016

Domingo IV de Cuaresma: Comentario

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Oración
Aquí estamos, Señor, en tu presencia.
Gracias, Padre Bueno, porque siempre nos recibes sin condiciones. Aquí estamos, Jesús, ante ti, que eres el Camino, la Verdad y la Vida, y te pedimos el regalo de tu mirada, la luz que nos hace ver tu luz.
Abre nuestros corazones a la escucha, ilumina los rincones oscuros de nuestra vida, ayúdanos a identificar las sombras de nuestro mundo, permítenos poder agradecer esta luz que nos viste de fiesta,
renueva nuestra fe y conviértenos a tu amor. AMÉN.

Lc 15,1-3.11-32
«1Estaban acercándose a él todos los publicanos y los pecadores para escucharle. 2Y, murmurando, los fariseos y los escribas decían: “Éste acoge a los pecadores y come con ellos”. 3Entonces les dijo esta parábola:
11Un hombre tenía dos hijos. 12Y dijo el más joven de ellos al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda [ousías] que me corresponde”. Y él les repartió la hacienda [bíon].
13Y no muchos días después, reuniendo todo el hijo más joven se marchó a un país lejano, y allí malgastó su hacienda [ousían] viviendo desordenadamente.
14Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y él comenzó a pasar necesidad. 15Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, y le envió a sus campos a apacentar cerdos. 16Y deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se lo daba.
17Y, yendo a sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre abundan en pan mientras que yo aquí me muero de hambre! 18Levantándome, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. 19Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros”. 20Y, levantándose, partió hacia su padre.
Estando él todavía lejos, le vio su padre y se conmovió y, corriendo, se echó a su cuello y le besó efusivamente. 21Y el hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”.
22Pero el padre dijo a sus siervos [doulous]: “Rápido, traed el mejor vestido y vestidle; ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies; 23y traed el novillo cebado, matadlo y comamos y celebremos una fiesta, 24porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. Y comenzaron la fiesta.
25Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, se acercó a la casa, oyó la música y las danzas 26y, llamando a uno de los criados [paidon], le preguntó qué era aquello. 27Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque lo ha recobrado sano”.
28Él se encolerizó y no quería entrar; pero su padre, saliendo, se lo rogaba. 29Pero él, respondiendo, dijo a su padre: “Hace tantos años que te sirvo [douleuo] y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero jamás me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; 30y ahora que ha venido este hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda [bion] con prostitutas, has matado para él el novillo cebado”.
31Pero él le dijo: “Hijo [teknon], tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; 32pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado”».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Esta parábola del Padre bueno forma parte de un grupo de parábolas con las que Jesús responde a las murmuraciones de fariseos y escribas y ocupan todo el capítulo 15 de Lucas. Ante las acusaciones de aquellos (presentes en los primeros versículos del evangelio de hoy), Jesús les responde con las llamadas “parábolas de la misericordia”: la oveja perdida (15,4-7), la dracma perdida (15,8- 10) y el hijo perdido (15,11-32), la más larga y la más explícita en cuanto al contenido: la bondad de Dios Padre está muy por encima de nuestro comportamiento errado y también de nuestra mediocre y cicatera forma de entender esa bondad de Dios. El tenor cambia radicalmente en la siguiente perícopa (el administrador infiel: 16,1-8), pero hay que notar que esta parábola está dicha para los discípulos,

TEXTO
El texto supone un crescendo narrativo con tres momentos cúlmenes: a) la situación del hijo más joven, que pasa una serie de peripecias hasta la decisión de volver al Padre (v. 20a); b) la reacción del Padre ante la llegada del hijo y la celebración de la fiesta (v. 24); c) la reacción del hijo mayor y la enseñanza del Padre (v. 32). El punto álgido y central es la celebración de la fiesta, porque constituye el punto final del tratamiento del hijo pequeño y el punto inicial del tratamiento del hijo mayor. El Padre, verdadero eje central de la perícopa, hace recuperar la filiación al hijo pequeño y trata de hacer recuperar la fraternidad al hijo mayor.

ELEMENTOS A DESTACAR
• Los tres primeros versículos presentan la escena. Dos tipos de personajes: unos (publicanos y pecadores) se acercan a Jesús y le escuchan; otros (fariseos y escribas) murmuran de Jesús y le critican. Los dos hijos de la parábola representan a estos personajes y a los lectores se nos proponen como modelos de identificación: ¿quiénes nos representan mejor?
• El hijo más joven se equivoca: en aquella sociedad, emanciparse así del padre era un atentado contra su autoridad, su honra, su vida. Pide lo suyo (ousías) y el Padre le da la herencia (bíon). Llega al límite de cuidar cerdos (animales impuros para los judíos). Entonces, recapacita y se levanta (= término de ‘resurrección’), piensa y hace, actúa en consecuencia.
• El Padre actúa de una manera sobredimensionada, el texto acentúa de una forma impresionante el infinito amor del Padre hacia su hijo perdido, la infinita capacidad de amar de Dios. Es un comportamiento que nos deja abochornados por nuestra cicatería en administrar esa bondad de Dios. Toda la cadena de acciones de amor que realiza, sin un reproche, sin una recriminación (conmoverse, correr, echarse al cuello, besar efusivamente, cortar el discurso del hijo, al que no deja acabar lo que quería decirle [cf. vv. 18b-19 y 21], otra cadena de órdenes dadas a los criados) desembocan en la celebración de una fiesta, que es lo que quiere Dios con sus hijos y lo que ofrece a quien está interesado.
• El hijo mayor reacciona de otra manera, recrimina al Padre y no olvida los errores de su hermano. Muestra su dureza de corazón y su incapacidad de perdonar y acoger. El secreto de su reacción es que ha vivido en casa como si fuera un esclavo (v. 28, verbo douleuo: servir y ser esclavo) y ha vivido su relación con el Padre en clave de cumplir mandamientos.
• También para ese hijo tan intransigente y duro el Padre tiene gestos y palabras de ternura (le rogaba entrar, v. 28; le llama teknon, término especialmente familiar para llamar a uno ‘hijo’, el correlativo a abbá, v. 31). El Padre quiere que recupere su relación de fraternidad (del ‘este hijo tuyo’ del v. 30 al ‘este hermano tuyo’ del v. 32).

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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