Da que pensar… ¿Del barça o del madrid?

Dos niños viajan en el mismo coche, tal vez sus madres son amigas y una de ellas ha quedado con la otra en que recogería a los dos a la salida de una fiesta infantil.

Sus camisetas nos dicen que son aficionados de distintos equipos, dos equipos que en nuestro país son rivales. Se han sentado lo más distantes uno de otro que han podido. Y fijaos en sus miradas y en la protección del balón que hace uno de ellos. El gesto de defender el balón y la mirada del blanco dan a entender desconfianza; la mirada del otro, por su parte, contiene su pizca de desprecio. No son dos actitudes amigables, aunque tampoco parecen graves o peligrosas, al fin y al cabo son actitudes de niño.

Pero esto nos da que pensar. No son pocos los que sostienen que ser de un equipo lleva consigo forzosamente el despreciar al equipo rival y hasta desearle lo peor: “¡Viva mi equipo aunque pierda, pero el rival que descienda a tercera división… o que desaparezca!”. Tras pensar y hablar así, no es difícil que surja cierto odio, y no es raro que luego se termine en violencia.

A los que nos estamos educando nos toca elegir. Elegimos la simpatía y la emoción de ser de un equipo, y como somos muy listos elegimos el equipo mejor, o el que mejor nos cae por diversas razones. Los otros, por sus diversas razones, eligen también el suyo. Y de la misma manera que cada uno queremos mucho a nuestra madre y nuestro padre sin que nos parezca necesario tener que despreciar a los padres y madres de los demás, y de la misma manera que nos gusta nuestro colegio y la ciudad en que nacimos sin necesidad de tener que despreciar los demás colegios y al resto de las ciudades, nos gusta nuestro equipo y seguimos con mucho interés sus victorias, y encajamos sus empates y sus derrotas… para lo cual no es necesario odiar a ningún otro. Así aprendemos a vivir, porque en la vida a veces las cosas nos salen bien, y otras veces nos vienen torcidas. No es necesario despreciar ni odiar a nadie para aprender a vivir.

¿Sabes lo que pienso? Que vivan los otros equipos y las aficiones de los otros equipos, porque si sólo existiera el mío no tendríamos la emoción de la liga.