Así empieza la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium” (la alegría del evangelio), de 142 páginas, la primera del pontificado del Papa Francisco y publicada en noviembre de 2013: “La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Muchos creyentes caen en “una tristeza individualista y se convierten en unos seres resentidos, quejosos, sin vida”.
Con el fin de proteger la alegría de una pareja en la boda, con el fin de evitar la vergüenza de quedarse sin vino en la celebración del enlace matrimonial, Jesús adelanta su proyecto de vida: la salvación de la Humanidad. La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre. Pocas palabras están tan unidas a alegría como el vocablo boda. A nosotros, los cristianos, nos choca que el primer milagro o signo de Jesús sea en una boda y para convertir el agua en vino. No es que Jesús nos parezca un aguafiestas, pero sí le imaginamos serio y con poco sentido del humor. Por eso, en el evangelio de hoy, descubrimos aspectos importantes de la persona de Jesús, quien nos quiere ver a los cristianos “alegres como los pájaros en el cielo”.
Con su intuición y observación maternales, la Virgen detecta que en el banquete algo no funciona. Se enteran de que se les ha acabado el vino: “les falta vino”.Es una de las expresiones más humana, más cristiana. Les falta, nos falta vino, nos falta dinero, les falta trabajo, nos falta paciencia, les falta valentía, nos falta generosidad. Carencias que ponen en peligro la alegría.. Valoran tanto la alegría que “el haced lo que él os diga” se impone al “todavía no ha llegado mi hora”.
Pasando a otro tema, hoy celebramos la jornada mundial del Emigrante y del Refugiado. Una realidad dramática que preocupa hondamente a todo ciudadano sensible, empezando por el Papa Francisco. La oleada migratoria de decenas de miles de personas, provocada en su mayoría por ciudadanos provenientes de Oriente Medio y Próximo, Siria, África negra, Asia… constituye un auténtico desafío a la solidaridad europea.
Estamos ante una auténtica crisis humanitaria solo comparable y superada por la II guerra mundial. Cientos de miles, millones de personas vienen huyendo de conflictos armados, de guerras civiles (refugiados) y de la pobreza (inmigrantes).Ante esta oleada, Europa, que no atraviesa por sus mejores momentos, ha reaccionado con nerviosismo, con mezquindad e incluso con fuerte rechazo por parte de algunos grupos y algunas autoridades, sobre todo del Este de Europa. Ha levantado muros en algunas fronteras.
Con la llegada del mes de septiembre ha variado la situación. Los cientos (más bien los miles) de inmigrantes ahogados en aguas del mar mediterráneo, la fotografía (estampa) impregnada de ternura del niño sírio de 3 años, Aylan Kurdy, ahogado en una playa turca, es mucho más que una foto, el camión frigorífico abandonado por el conductor en una autopista de Austria con 71 personas asfixiadas en su interior y otras escenas y declaraciones han sido un puñetazo en el corazón y en los ojos de la sociedad.
En poco tiempo ha irrumpido un estallido de solidaridad por parte de instituciones y de la opinión pública, que ha despertado a los mismos Gobiernos. Éstos juzgan los sucesos de forma distinta y se ven desbordados, incapaces para canalizar esta corriente de solidaridad. Ayuntamientos y otros organismos, ONG, incluso familias han manifestado su disposición a echar una mano. Palabras como “cayuco”, Lampedusa, Lesbos, Ceuta y Melilla, Servia, Grecia, Macedonia,…. se han hecho familiares. Como soluciones, algunos apuntan arreglar los problemas en el lugar de origen, en sus propios países de modo que no se vean obligados a abandonarlos.
Otro objetivo de los Gobiernos consistiría en destruir a las mafias que son las grandes beneficiadas exigiendo a los inmigrantes y refugiados cantidades prohibitivas.
Sin embargo, una cosa son las intenciones y otra los hechos. A pesar de los miles que han pedido asilo, la mayoría de los países receptores solo han acogido a unas pocas decenas. Es el momento de recordar el capítulo 25 de San Mateo: ”Fui extranjero y me acogisteis”. ¿Qué tarea me pide que lleve a cabo en este drama?. Pues todos nosotros, cada uno de nosotros podemos aportar algo, aunque sea una pequeña cosa a favor de la causa. Todos tenemos una posibilidad de apoyo. Lo que importa es que vaya dando respuestas aceptables a las cuestiones que le plantea la vida. Lo que importa es que digamos sí a la vida
“Alojo voy con mi pena.Sola va mi condena.Correr es mi destino para burlar la ley. (…)Me dicen el clandestino por no llevar papel (—)Soy una raya en el mar.Fantasma en la ciudad.Correr es mi destino por no llevar papel”.El Señor dirá a los de su derecha: ”Fui forastero y me hospedasteis”.
Josetxu Caribe
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