Ante la Palabra que hoy nos ofrece el Evangelio, me surge esta oración:
Ya no tenemos que esperar a quien nos diga la Verdad.
Tú nos has mostrado quién es Dios, quiénes somos nosotros y a qué estamos llamados.
Ya no tenemos que esperar a quien nos indique qué es la Bondad.
Tú nos has servido para que nosotros hagamos lo mismo.
Ya no tenemos que esperar a quien nos muestre la Belleza.
Tú nos has enseñado la fascinación de una vida que se da.
Ya no tenemos que esperar a quien nos diga dónde está la Felicidad.
Tú has encarnado una vida lograda, centrada en su descentrarse.
Ya no tenemos que esperar a quien nos diga en qué consiste ser.
Porque quien te ha visto a Ti, ha visto al Padre, al prójimo, la clave de la existencia,
la Vida, el futuro, la razón del consuelo y de la lucha contra el mal.
Ya no tenemos que esperar a otro,
porque en Ti se cumple todo lo que podíamos esperar.
Solo tenemos que contemplar, ahondar en tu vida, dejarnos hacer…
para, como aquellos discípulos de Juan, volver a anunciar
lo que hemos visto y oído de Ti. Amén.
Luis Manuel Suárez, cmf
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