Domingo 32o del T.O.B
8 de noviembre de 2015
Subrayados de la Palabra
- 1ª lectura (1 Re 17, 10-16): «Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.».
- 2ª lectura (Hb 9, 24-28): «Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos ».
- Evangelio (Mc 12, 38-44): «Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Ecos de la Palabra para jóvenes y comunidades
- La fe de esta mujer y la entrega de lo poco que tienen ella y su hijo obran el milagro de encontrar alimento diario y remedio a su situación.
- La lectura de Hebreos nos invita a contemplar la belleza del culto cristiano que tiene como centro el sacrificio de Jesús: una vida entregada por amor para salvar a todos los hombres y mujeres.
- El evangelio lo ocupa una viuda como en la primera lectura. Esta viuda es modelo de la comunidad. La generosidad no depende de cantidades. Cada uno debe ofrecer (gratis) a los demás lo que ha recibido gratis.
Proyecto de homilía
La situación económica de la viuda y de su hijo era extrema. Se preparaban de alguna manera para la última comida antes de esperar la muerte. En este contexto la petición de Elías sonaba a inoportuna y egoísta. No era creíble. ¿Quién podía creer en su palabra? Sin embargo era profeta y estaba pidiendo a la viuda de Sarepta un acto de fe radical en su palabra (“la orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará…”) y un acto de caridad grande, pues se les pedía lo poco que tenían. La reacción nuestra todo el mundo la imagina. Por eso, la respuesta de la viuda de Sarepta nos llena de confianza y nos hace caer en la cuenta de lo que significa vivir de fe.
La segunda lectura es difícil explicarla en el lugar que ocupa en medio de estas dos maravillosas lecturas que la rodean. Sin embargo, si nos acercamos a su contexto, quizás entendamos lo que se nos pide: vivir de fe y de esperanza. Los cristianos eran perseguidos por los judíos y estaban en una situación de desamparo como creencia: desposeídos de sus bienes y marginados socialmente. Ante esta situación tienen la tentación de volver la mirada atrás, de tirar la toalla. Un elemento que contribuyó a este desánimo fue la comparación de las dos liturgias: la magnífica solemnidad de las celebraciones del templo de Jerusalén con el modesto culto cristiano. El autor de la carta a los Hebreos insiste una y otra vez que el sacerdocio de Cristo es el definitivo y que no se fijen en las formas, sino que con fe y esperanza pongan su mirada en Él, verdadero sacerdote que ha llegado al cielo, a la presencia de Dios.
Jesús se enfrenta duramente con escribas y fariseos. En aquel tiempo constituyen una tercera parte del Sanedrín y son venerados por el pueblo. Esta situación la viven con complacencia y no apostando por compartir con el resto del pueblo sus carismas y lo que han recibido. Jesús insiste en que deben volver al sentido original de su misión: los carismas son dados gratuitamente para la construcción de la comunidad, no para vivir de la comunidad a base de privilegios (buscar los primeros puestos y agotar los bienes de las viudas so pretexto de largos rezos).
José Luis Guzón, sdb
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