24 DE MAYO DE 2015
Liturgia de las Horas – Cuarta Semana del Salterio
R I T O S I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
El Señor os dará su Espíritu Santo. Ya no temáis, abrid el corazón, derramará todo su amor. El Señor os dará su Espíritu Santo. Ya no temáis, abrid el corazón, derramará todo su amor.
Él transformará hoy vuestra vida, os dará la fuerza para amar. No perdáis vuestra esperanza, Él os salvará.
SALUDO Y MONICIÓN.
ASPERSIÓN DEL AGUA.
Canto:
Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua. Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del Espíritu de Dios. Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios hay que nacer del Señor. Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios hay que nacer del Señor. Prepárate para que sientas. Prepárate para que sientas. Prepárate para que sientas el Espíritu de Dios. Déjalo que se mueva. Déjalo que se mueva. Déjalo que se mueva dentro de tu corazón.
GLORIA.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 103.
Antífona: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13.
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
PALABRA DE DIOS
SECUENCIA.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
ALELUYA.
Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
Bendito seas, Señor, por este pan y este vino que generoso nos diste para caminar contigo, y serán para nosotros alimento en el camino.
Te ofrecemos el trabajo, las penas y la alegría, el pan que nos alimenta y el afán de cada día.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Envía, Señor, tu Espíritu, que renueve nuestros corazones.
Envíanos, Señor, tu luz y tu calor, que alumbre nuestros pasos, que encienda nuestro amor; envíanos tu Espíritu, y un rayo de tu luz encienda nuestras vidas en llamas de virtud.
Envíanos, Señor, tu fuerza y tu valor, que libre nuestros miedos, que anime nuestro ardor; envíanos tu Espíritu, impulso creador, que infunda en nuestras vidas la fuerza de su amor.
Envíanos, Señor, la luz de tu verdad, que alumbre tantas sombras de nuestro caminar; envíanos tu Espíritu, su don renovador, engendre nuevos hombres con nuevo corazón.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Gracias, Señor, por dejarnos el Espíritu, el mejor regalo que has dejado a tu Iglesia.
En esta vida tan agitada, necesitamos tregua y descanso, alegría e ilusión. Necesitamos purificar nuestras vidas, quemar lo viejo que hay en nosotros y nacer cada día a una vida nueva. Cambiar nuestra tibieza y desánimo en entrega impulsiva y generosa.
Ven, Espíritu Santo, derrama tus dones sobre nosotros, sobre nuestras comunidades, sobre el mundo entero, para que podamos seguir experimentando aquél impulso renovador que transformó a los discípulos el día de Pentecostés.
ORACIÓN.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN Y DESPEDIDA
Canto:
Nos envías por el mundo a anunciar la Buena Nueva. Nos envías por el mundo a anunciar la Buena Nueva. Mil antorchas encendidas y una nueva primavera. Mil antorchas encendidas y una nueva primavera.
Si la sal se vuelve sosa ¿quién podrá salar el mundo? Si la sal se vuelve sosa ¿quién podrá salar el mundo? Nuestra vida es levadura, nuestro amor será fecundo. Nuestra vida es levadura, nuestro amor será fecundo.
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