22 octubre 2014

Vísperas 22 de octubre 2014

22 de octubre de 2014, miércoles de la semana XXIX del Tiempo Ordinario. Feria. 
Oración de la tarde (vísperas) 


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,



que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar...

Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, a quién temeré?+

SALMO 26: Confianza ante el peligro
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, 
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor, 
contemplando su templo.

El me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá 
en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Antífona 2: Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.

SALMO 26: (continuación)
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro".
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino, 
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues 
a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí 
testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.

Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

CÁNTICO: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos
Damos gracias a Dios Padre, 
que nos ha hecho capaces de compartir 
la herencia del pueblo santo en la luz. 

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas 
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, 
por cuya sangre hemos recibido la redención, 
el perdón de los pecados. 

Él es imagen de Dios invisible, 
primogénito de toda criatura; 
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: 
celestes y terrestres, visibles e invisibles, 
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; 
todo fue creado por él y para él. 

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. 
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. 
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, 
y así es el primero en todo. 

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. 
Y por él quiso Dios que reconciliar consigo todas las cosas: 
haciendo la paz por la sangre de su cruz 
con todos los seres, así el cielo como de la tierra. 

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA BREVE: (St. 1,22.25)
Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismo. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla.

RESPONSORIO BREVE:
V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V. No arrebates mi alma con los pecadores.
R. Ten misericordia de mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

Antífona Magnificat: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho obras grandes en mí,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magnificat: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES
Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración: 
Muestra, Señor, tu caridad. 
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: 
—guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor. 
Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios verdadero, 
—y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado. 
A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes, 
—y que tu bondad les dé la vida eterna. 
Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: 
—alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad. 
En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto 
—y dales posesión de tu reino. 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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