30 octubre 2014

Moniciones 1. Domingo 2 de noviembre

MONICIÓN DE ENTRADA

Ayer, sábado, celebrábamos el día de Todos los Santos. Y hoy nos disponemos a iniciar la Eucaristía del domingo dedicada a todos los Fieles Difuntos. Y antes de nada recibir nuestra más cordial bienvenida. Hay que decir –aquí y ahora—que en ocasiones resulta difícil, hacer de la Eucaristía una celebración festiva y el día de difuntos, es una de ellas. Empezaremos cantando, aunque con un nudo en la garganta, porque personas muy queridas y cercanas, estarán celebrando esta Eucaristía desde el Cielo. Pero, desde allí nos animan y nos dicen: ¡Poned vuestro sufrimiento en las manos del Padre! No os dé miedo; aunque os parezca incomprensible, ¡hacedlo así! El dolor, en las manos del Padre, se convierte en redención. ¡No estéis tristes! ¡No se turbe vuestro corazón! En la vida, junto a Dios, se comprueba la realidad de las palabras de San Pablo: “Cuando se muere con Cristo, se vive con Él”




MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

Nota sobre las lecturas elegidas

La conmemoración litúrgica de hoy se construye a partir de los varios textos de la Misa de Exequias. Nosotros hemos elegido los que se muestran en el Calendario Litúrgico Pastoral de la Conferencia Episcopal Española y que son las siguientes:

Lam 3,17-26. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Sal 129. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Rm 6,3-9. Andemos en una vida nueva.

Jn 14,1-6. En la casa de mi Padre hay muchas estancias.

1.- La primera lectura es del Libro de las Lamentaciones y nos presenta, precisamente, el lamento de quien espera ya, en silencio la salvación del Señor, aunque no hurta explicar su desánimo. Es un texto duro, sin duda.

S.- El Salmo 129 es el conocidísimo “De Profundis” muy usado en exequias. Su primer verso es impresionante: “Desde lo más profundo clamo a ti Señor”. También es uno de los salmos penitenciales que se usan en nuestra liturgia. El salmista, en aquella época, hacía referencia a los males de toda la nación judía, no de sólo una persona, que espera el perdón del Dios misericordioso.

2.- La segunda lectura pertenece al capítulo sexto de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos. Y ahí hemos podido escuchar unas palabras impresionantes que, desde luego, definen perfectamente la celebración de hoy: “Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.”

3.- En el evangelio de San Juan, en su capítulo 14, Jesús nos ha ofrecido la razón de su marcha: va a prepararnos la vida futura. Dice: “En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio”. La vida futura, la vida tras la muerte es ir a la Casa del Padre a vivir con Jesús para siempre. Y eso es lo que con enorme alegría debemos celebrar hoy.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Como en otras ocasiones el padre Leoz nos ofrece esta oración para los momentos finales de nuestra Eucaristía, en un día tan señalado como lo es la Conmemoración de los Fieles Difuntos. Escuchemos con mucha atención



¡VIVIREMOS PARA MORIR VIVIENDO!

Porque bien sabemos que a  este mundo nuestro 

vinimos de noche o de mañana  a darnos un breve paseo

Porque, aunque lo olvidemos,  a esta tierra nuestra

aterrizamos como lo hace un  avión

para, luego, emprender otro  vuelo más alto y definitivo



Porque en este suelo, de  gozos y de lágrimas,

hemos ido dejando sudores y  esfuerzos

fe, oración y confianza en  Ti que tienes la última palabra



Por eso, con todos nuestros  difuntos, 

hoy más que nunca –mirando  hacia lo alto- confesamos:

¡VIVIREMOS,  CON CRISTO, PARA VIVIR CON CRISTO Y POR CRISTO EN EL CIELO!

Exhortación de despedida

Hemos aprendido que la muerte es un paso para la Vida, para la Vida Eterna que nunca se agota. Y por ello hemos de estar seguro que nuestros seres queridos, allá, ante le visión del rostro de Dios, tienen que ser felices. Eso es lo que importa.

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