Queridos hermanos:
El Evangelio de hoy complementa el del domingo pasado. Amar a Dios y al prójimo: “estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas”. Lo esencial como diría el evangelista San Juan es el amor: “Dios es amor”. Amar no es solo la ley del Reino, es la necesidad de todo hombre. ¿Pero qué es amar a Dios: hacer actos de culto, oraciones, construir templos, cumplir sus mandamientos y los de la Iglesia…? Parece que ese amor va más allá.
Es verdad que hay muchos cristianos que creen que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo y hacen de ese amor una cosa abstracta que no sirve para nada.
Otros osados discuten si el amor al marido o la mujer está por debajo del amor a Dios, como si el amor no se concretará en las personas y el amor de pareja no nos hablara del amor de Dios, (por cierto que es un sacramento). Incluso en épocas pasadas por amor a Dios se ha eliminado al que se consideraba enemigo, (como ahora en algunos países se elimina al cristiano). Todo ello no deja de ser una manera tonta de complicarse la vida.
Menos mal que el mismo San Juan, por si alguno sospecha que esta manera de pensar es heterodoxa, nos dijo: “Que si alguno dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso”. Más claro, agua. Aunque también está claro en la primera lectura de hoy, tomada del Éxodo, que puede releerse entera en voz alta en la homilía: “Esto dice el Señor: No oprimirás ni vejarás al forastero…”. No hay contradicción entre el amor a Dios y al prójimo en la escuela del Buen Samaritano, así terminaba la recitación de los diez mandamientos que nos enseñaron de niños, estos diez mandamientos se cierran en dos…
Parece que el mismo Jesús quisiera que no nos subamos mucho a las nubes en esto del amor, cuando nos dice hoy: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Dicen los psicólogos que amarse a sí mismo es la tendencia más fuerte del hombre y el instinto de conservación es lo que le permite vivir, no digamos nada de todos los libros de auto-ayuda para amarse más a sí mismo y otras lindezas estéticas y corporales. Jesús parece recordarnos que cuando decimos que amamos al prójimo en realidad estamos mintiendo un poco, porque amarle es hacerle parte esencial de nuestro yo. Por cierto, hay prójimos tan poco estéticos que huelen mal, están deformados y tienen callos en sus manos, o son de alguna etnia poco recomendable, a los que parece difícil hacerles otro yo.
Esta es una tarea que nos llevará toda la vida, en cierta manera es una utopía, algo que no encuentra lugar en un mundo que habla mucho de amor de manera devaluada y camina de espalda a los demás y por tanto a Dios. Este es el testimonio de tantos cristianos, recordemos la fiesta que celebramos el viernes del P. Claret, al que podemos tachar de loco, insensato, imposible, ingenuo…, él buscaba la salvación de todos los hombres. En buena hora se nos puede contagiar su locura, (carisma), para abrasar, encender, arder en caridad. Amar en cristiano es eso, saber encontrar en todos los rostros del prójimo, del próximo, el rostro de Dios. Nos atrevemos.
Julio César Rioja, cmf
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario